Sus palabras han servido para confirmar el divorcio entre el PP y la clase empresarial
Siempre hay que intentar jugar con los mejores, y siempre hay que tener la voluntad y decisión de llamarles y agruparles en torno a un gran proyecto. Lo ha dicho, durante la mañana del lunes, José María Aznar, sus primeras palabras respecto a la crisis del Partido Popular, que en apenas cuatro horas ha suscitado un sinfín de reacciones.
La más significativa, la de uno de los más próximos a Rodrigo Rato: Pues en 2003 -cuando nombró a Rajoy sucesor, y no a Rato- él no contó con el mejor.
En cualquier caso, aún empelando palabras graves, las palabras antedichas suponen que el ex presidente se aliena con los disidentes y contra Rajoy, a quien está reprochando no contar con los mejores. Aznar considera que tan mejor es Gallardón, valedor de la carrera política de su esposa Ana Botella, como Esperanza Aguirre, y naturalmente María San Gil.
En cualquier caso, el problema es que culpa a Rajoy de no hacer sabido agrupar a esos mejores y, consecuentemente, le indica el camino de la dimisión.
Por otra parte, las palabras de Aznar consuman el divorcio entre el PP y la clase empresarial. Si hay algo que no se perdona en España, en ninguna institución, es la división interna en un partido: aquí no hay cultura de primarias, de discusión ideológica, sólo se admite el monolitismo.