Sr. Director:

Desde que en España se introdujo hace cinco años la "píldora del día después", para la llamada anticoncepción de emergencia (aborto químico) el número de dosis distribuidas en hospitales y farmacias aumentó de 160.000 en 2001, a 506.000 en 2005.

Al mismo tiempo, el número de abortos creció un 20%. La tasa de abortos quirúrgicos por mil mujeres subió de 7,66 en 2001 a 8,9 en 2004. Los abortos quirúrgicos en menores de 19 años alcanzaron el 13,7% del total de éstos (84.985) en 2004, siendo a la vez las jóvenes menores de 20 años las que más recurren a la anticoncepción de emergencia.

Sin embargo los abortistas insisten irracionalmente. Ezequiel Pérez Campos, presidente de la Sociedad Española de Contracepción, declaró que "si la píldora postcoital se usara todo lo liberalmente posible, las cifras de aborto deberían bajar" (El País, 20-07-06). En concreto, propone que se entregue sin receta médica.

Aunque las pautas de comportamiento de quienes recurren a los abortivos químicos pueden variar según los países, existen índices que ayudan a hacerse una idea sobre el comportamiento de las usuarias de la anticoncepción de emergencia.

La revista de la American Medical Association (JAMA 293; 54, 2005) en un estudio que incluyó a 2.117 mujeres de entre 15 y 24 años, a las que se dividió en tres grupos: uno que podía adquirir la píldora en la farmacia sin receta médica; otro al que se le proporcionaban las pastillas por adelantado y un tercero en el que se les facilitaban tras la visita a un hospital o una clínica. En dicho trabajo, los autores comprueban, tras un seguimiento de 6 meses, que las mujeres a las que se proporcionaban las pastillas por adelantado, las utilizaban en un 37,4% de las veces; las que tenían libre acceso a las farmacias, en un 24,2%, y las que debían acudir a un hospital, en un 21%. Lo que llama la atención es que, con independencia de estos porcentajes, los índices de embarazos y de enfermedades de trasmisión sexual fueron similares en los tres grupos.

Otro estudio publicado por la revista Social Science and Medicine (Soc. Sci. Med. 60; 1767, 2005) llega a conclusiones similares. Los autores de este último trabajo tampoco encontraron disminución del índice de abortos quirúrgicos por el uso de la contracepción de emergencia.

Después de campañas de todo tipo para promover los preservativos y facilitar el uso de la píldora del día después los médicos que atienden a las jóvenes que van a pedir la píldora abortiva gratuitamente a los centros de salud constatan que no les falta información, sino que advierten una tendencia a subestimar los riesgos de determinadas conductas sexuales y una banalización de la píldora abortiva como solución.

Las jóvenes que piden la píldora aseguran que en las relaciones sexuales usaron preservativo y que éste se rompió o deslizó. Con esta explicación no sale muy favorecido el argumento sobre la eficacia del condón para prevenir el SIDA y evitar embarazos inesperados.

Las campañas para fomentar el uso del preservativo tampoco han resultado eficaces para prevenir enfermedades de transmisión sexual, ya que los casos declarados de sífilis pasaron de 700 en 2001 a 1.255 en 2005, y los de infección gonocócica de 805 a 1.174 en el mismo periodo.

Si bien es necesario conocer el fracaso de las políticas de educación sexual y salud reproductiva (aborto encubierto), recordamos que el principal desorden -mal moral- es el atentado que éstas significan contra la ley natural, de modo tal que aunque tuvieran el éxito que se proponen (evitar embarazos y enfermedades de transmisión sexual) y aunque la "anticoncepción de emergencia" no fuera abortiva, seguirían siendo leyes inicuas y se mantendría la obligación de oponerse a ellas con todos los medios posibles.

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