Cuando a un antiguo general de Napoleón le preguntaron por qué había traicionado al emperador, respondió: "La fatiga".

Las elecciones en España rezuman eso: fatiga. Los dos grandes candidatos repiten tópicos cansinos. Rajoy se aferra a la confianza, como si la palabreja fuera una especie de conjuro mágico.

Por su parte, Rubalcaba se da ya a la demagogia mientras trata de evitar lo único que ya le importa: controlar el PSOE el lunes 21. Hace dos semanas aseguró, al igual que su jefa de campaña, inefable Elena Valenciano, que se quedaría al frente del partido independientemente de los resultados. Y eso que, nominalmente, el secretario general del PSOE continúa siendo Zapatero, aunque le tengan escondido en Moncloa.

Y así, mientras Rubalcaba deshace la credibilidad que le queda, Rajoy se conforma con no decir nada. Los nacionalistas y UPyD no buscan sino mantener o aumentar su cuota. Es fatiga y lo malo es que los votantes comienzan a estar fatigados, porque no hay ideales, sólo estrategias.

Por supuesto, los principios no negociables -vida, familia, libertad de enseñanza y bien común- sólo son defendidos por dos partidos minoritarios y extraparlamentarios: el derechista Alternativa Española (y sólo se presenta por Navarra) y el izquierdista Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIN) que lo hace por 15 circunscripciones. Eso sí sería una opción distinta a la que, por ejemplo, puede votar en coherencia cualquier católico. Pero el PP se encarga de pararle los pies a AES y el PSOE de hacer lo propio con SAIN.

Así que de ideales nada. Lo único que importa en política, al menos en estos comicios, es ganar. Lo explicaré con palabras de Chesterton: "Debemos creer en el bien por su por su propio valor y belleza sin relación alguna con la victoria o el fracaso en el espacio y en el tiempo. Cualquier cosa que nos propongamos, nuestro propósito no es el éxito".

Eulogio López

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