De entrada decir que Florentino Pérez quiere volver donde estaba: a la Presidencia del Real Madrid, siempre que ésta sea compatible con la Presidencia de la constructora ACS. Pero los tiempos están cambiando, seguramente a peor, y los otros dos socios que comparten el control de la primera constructora española, es decir, el grupo March (Alba) y los Albertos, están un poco hartos de que Pérez les consulte más bien poco, así que esta vez le han dicho que no puede repetir doble: si se va al Real Madrid que le vaya bonito, pero tendrá que abandonar la Presidencia de ACS, que estamos en crisis.
Lo cierto es que ni los hermanos March ni los primos Albertos son otra cosa (los primeros siempre, los segundos desde su jubilación efectiva) que rentistas preocupados por su inversión, por lo que no forman equipos de gestores. Así que su veto al doblete de Florentino tiene mucho que ver con el carácter del presidente de ACS, que nunca pide permiso a nadie para nada -o sea, que pretenden darle una pequeña lección-.
Así, lo dos hombres que se preparan para aprovecharse del veto a FP son el director general corporativo de ACS, Ángel García Altozano, hombre para todo, mano derecha de Pérez, aunque no necesariamente amigo, y el vicepresidente ejecutivo de la constructora, el asturiano Marcelino Fernández Verdes, un tipo dedicado a trabajar, que dirige las divisiones de Construcción y Concesiones, esto es, que lleva todo el grueso del negocio.
Altozano ha movilizado, aún más que el propio FP, a la prensa adicta: El Mundo, Marca y Expansión son quienes han movido la silla a Ramón Calderón, aunque ciertamente la silla ya estaba muy movida.
Pero hay algo más. Hermanos y primos exigen, además, a FP que antes de marcharse al club blanco deje arreglado el follón donde les metió. La situación es delicada, porque la compra de Fenosa por Gas Natural se retrasa, y resulta que ACS no tiene fondos para su proyecto de hacerse con el 20% de Iberdrola. Ya no se trata de desbancar a Ignacio Galán, cosa imposible, y que el propio FP reconoce en privado, sino de que se les permita entrar en el Consejo para poder consolidar Iberdrola en ACS por la vía intermedia de la integración proporcional. Claro que para eso hay que demostrar que se está en el Consejo y se tiene influencia en la gestión, y Galán ya ha advertido que las puertas del Consejo están cerradas.
Mientras, ACS presenta ahora mismo una plusvalía contable (equiparando derechos y acciones) de aproximadamente 1.000 millones de euros. Y eso es preocupante, oiga, hasta para los March y los Albertos.
Eulogio López
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