Sr. Director:
Con esto del verano me he enterado con retraso del consejo del señor Almodóvar al Papa, invitándole a salir del Vaticano para conocer la realidad social.

Tendemos a creer que lo que vemos es el todo, como un fotógrafo que se centre en un primer plano y desconozca el entorno. Si uno/a está en el fango, sólo ve fango, y tiende a pensar que todo es fango. En el mismo mensaje al Papa ha añadido Un director es una especie de Dios. Y lo digo yo, que no soy creyente.  Más allá de que el Papa agradezca y aproveche cualquier voz discrepante, el señor Almodóvar debiera preguntarse por qué en España cada día va menos gente al cine; y es que el público, en su gran mayoría, está harto de «una familia es un grupo de personas (...) que se quieren y cumplen sus necesidades, sin importar si se trata de padres separados, travestis, transexuales o monjas con sida».

Seguramente, porque ese cine es para minorías selectas, cada vez hay menos salas y más salitas. Claro que, al señor Almodóvar eso no debe preocuparle ni mucho ni poco mientras el Gobierno -con nuestro dinero- le pague sus inestimables servicios de apoyo a su política familiar y social. Por lo demás, el señor Almodóvar, aupado al zenit de su soberbia por las estatuillas que le ha otorgado un conjunto de sabios, reunidos bajo el pomposo título de Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood, no ha hecho otra cosa que asumir el canto de la serpiente con su eterno seréis como dioses.

Puestos a dar consejos, sugiero al señor Almodóvar se esfuerce por alcanzar la humildad suficiente para pedir un poco de fe, fe que le descubrirá que Dios sale a nuestro encuentro, también al de él, así como al de los personajes de sus películas.

Amparo Tos Boix

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