El eje franco-alemán siente vértigo de la ampliación de la Unión Europea, prevista para el 1 de mayo. Y cuanto más se acerca la fecha, más vértigo presenta. Esta es la razón por la que el triunvirato Blair-Chirac-Schröder se reunió en Bruselas. Se trata de organizar una Unión Europea de dos velocidades con un directorio que marque la pauta.

Por supuesto, los países que se han quedado fuera de la primera velocidad protestan. Aznar y Berlusconi patalean  infructuosamente, al tiempo que impulsan un nuevo eje Mediterráneo España-Italia con satélite portugués. Un eje que, por cierto, podría tener su primer ala en una fusión de las operadoras de telecomunicaciones. En cualquier caso, resultaría escaso, porque Europa siempre seguirá considerando a la cuenca mediterránea como los PIGS ("cerdos" en inglés). Ya saben: Portugal, Italia, Grecia y Spain (España). O sea, exactamente la "polifonía" demandada por nuestra "canciller" Ana Palacio. Sólo que no es lo mismo el trombón o el piano, que la flauta...

Pues bien, el trombón mayor de la Unión empieza a dudar de las bondades de la ampliación. Considera el IFO alemán que la convergencia de ingresos será un proceso largo "con muchas incertidumbres sobre posibles problemas políticos y estructurales". En su opinión, los países entrantes sufrirán serias dificultades parea cumplir con los compromisos del Pacto de Estabilidad. Y de esto Alemania sabe un poco, porque, tras 15 años de la reunificación, todavía sigue digiriendo a una Alemania que presenta tasas de paro muy superiores, déficit de espíritu emprendedor y serios problemas macroeconómicos. El comunismo no salió gratis y la apertura se realizó sin transición alguna generando mafias, miseria y descapitalización. Todo un cóctel que sólo se digiere con generosidad, solidaridad y sentimiento político de unidad.