Este año, la moda impone el mini short entre nuestras adolescentes, una prenda que permite enseñar las piernas con la excusa del calor pero buscando lucir, atraer, causar admiración en la gracia física pero no sin consecuencias íntimas.
Se sabe que las imágenes femeninas dotadas de cierto erotismo constituyen para el varón una llamada-inicio a la relación sexual, pues activan en su cerebro cinco regiones que gestionan los estímulos visuales, las emociones, la preparación física y psicológica para la actividad sexual y la excitación. Es más, algunos estudios vinculan el consumo compulsivo de pornografía con las violaciones.
Resulta chocante que hoy, cuando la mujer vive una época de emancipación sin precedentes, y compite en igualdad con el varón, se dedique a desencajar la intimidad genital masculina a fuerza de una provocación ramplona y descarada, y además, sin pedirle permiso.
¿Qué tipo de interacción buscamos las mujeres con el sexo opuesto? ¿El aturdimiento sexual, la seducción de espaldas al cerebro y a la personalidad? ¿O una relación en la que la amistad sea descanso para el alma, sin más aditamentos que el respeto que nace de la admiración, no por lo que queda a la vista, sino por lo que se demuestra en la acción honesta que predispone a la confianza, a un compañerismo libre de intereses espurios? ¿Estamos satisfechos como padres, dejando que nuestras hijas se exhiban como objetos de exaltación venérea transeúnte que las empobrece como personas?
Eva N Ferraz