Sr. Director:

Todos los graves augurios y pronósticos que los españoles nos hacíamos en vista de la política que el Gobierno de Rodríguez Zapatero estaba ejerciendo en relación con la unidad indivisible de España, se han cumplido ya. La aprobación del estatuto catalán, que si el Sr. Zapatero cumple su palabra, se aceptará también en las Cortes españolas, y aunque se matice de alguna forma, será la cuña que se clava en la dura roca que representaba la unidad de España, desde que hace más de 500 años los Reyes Católicos la declararon solemnemente.

Unos cuantos mazazos más sobre ella -que vendrán- y España saltará en pedazos. Desde hace muchos años, se ha intentado por parte de los separatistas y nacionalistas romper esa unidad, pero siempre han tropezado con regímenes o gobiernos que han sabido cumplir su misión de defenderla aunque a veces en circunstancias duras. Pero ahora lo han tenido más fácil, se han encontrado con un Presidente de Gobierno inepto, irresponsable, frívolo y ansioso de poder, quien precisamente ha propiciado esa desgracia que se cierne sobre España, porque ha sido voluntad suya y nada más de él, que este estatuto catalán se consumara, puesto que era la forma de pagar a sus socios separatistas el apoyo para mantenerse en el poder.

Si ante esta tropelía no hay una fuerte reacción del pueblo español, no tendremos más remedios que aquellos que sientan España en su alma, entonar con melancolía aquella célebre canción que para los emigrantes cantaba un destacado cantante de la época, pero que ahora sería actualidad y que comenzaba con aquello de Adiós mi España querida, cuando te volveré a ver...

Vicente Febrer Forés

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