La ya famosa portavoz del movimiento Stop Desahuciados (o Plataforma de Afectados por la Hipoteca) Ada Colau, se ha convertido en la estrella de la fiesta. La radicalidad, la mala uva, las chulerías, las amenazas y la mentecatez del movimiento han echado por tierra una reivindicación justa. Con matices, pero justa.
Su caso es muy parecido al de los promotores del manifiesto que dio lugar al 15-M. Protestaban contra una sistema financiero global especulativo y depredador. Y en eso tenían toda la razón. Pero enseguida se vieron abducidos por los profesionales de la ira -yo prefiero hablar de profesionales de la mala leche- y entonces se echó perder. De ese manifiesto sólo quedan los impresentables del 15-M imponiendo la ley de la Selva en la madrileña Puerta del Sol.
En Hispanidad insistimos: la dación en pago es una buena medida. Una medida es buena o mala por sí misma. Es buena cuando es justa, independientemente de las consecuencias que generen sus actos. Por mucho que alegue la banca, cuando alguien pide un crédito hipotecario para comprar una casa y no puede pagarlo, es lógico devolver la casa que es la garantía de la hipoteca y que opera como aval. Por eso, el prestamista exige avales por si no puede cobrar y, en este caso, se queda con ellos. Lo ilógico es que se quede sin prenda –sin su casa- y con la deuda.
Hasta ahí lo justo, pero Colau lo estropea con la mala leche de insultar, amenazar y acosar a los miembros del Partido Popular, formación en el Gobierno. Los hijos de un diputado no tienen culpa de lo que haga su padre. Eso ya es mala leche.
Y ojo, me importa poco que sea delito o no: eso ya es materia para los leguleyos. Lo que me importa es que es una canallada.
Eulogio López
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