El Gobierno del Partido Popular se enfrenta a uno de los retos más trascendentes de los últimos tiempos: defender la Cultura de la Vida y legislar para que a los seres humanos concebidos, se les mantenga el derecho a la vida que tienen por ley natural, muy anterior al derecho positivo.
Estos días, políticos de la izquierda, feministas de género, los de la Zeja y demás tropa progre no identificada, emplean su artillería para obligar al Ejecutivo de Rajoy a dar marcha atrás en su proyecto de derogar la Ley del aborto de Zapatero, ley que nos retrotrajo a las peores etapas de barbarie, cuando matar a discreción era normal porque regía la ley del más fuerte.
Para los bebés en gestación de nuestro tiempo, rige esta antigua ley de la selva, bajo el calificativo de progresista y el derecho de las mujeres a decidir. Es tan aberrante, que a mí me hace sentir profunda vergüenza. Es paradójico que nuestra sociedad democrática tan aparentemente preocupada por los derechos humanos, que incluso se sonroja ante la pena de muerte, elabore leyes que nos permiten ejercer de dioses y decidir sobre quién debe nacer y quién no.
Están pasando cosas muy graves.
Enric Barrull Casals