Todo lo que hacen es estar un rato, dos días por semana, frente a la puerta de una clínica abortista para rezar el rosario y dar información a quien quiera recibirla. La clínica podría alegar que les deben el dinero que han perdido por cada chica que se arrepintió antes de entrar en el abortorio.
"Dicen que amenazamos con el infierno a las mujeres que van a entrar en la clínica, que las tratamos con agresividad, que nos manifestamos gritando consignas", explica a Religión Confidencial Margarita Cabrer, una de las mujeres que, todas las semanas deja sus quehaceres para acudir ante la puerta de una clínica abortista, rezar el rosario, repartir información, hablar con quien quiere pararse, atender a las chicas que van a entrar y también a las que han entrado.
La clínica se ha quejado en reiteradas ocasiones y ha llevado el caso ante la justicia. El 6 de septiembre tres mujeres se sentarán en el banquillo por intentar salvar vidas. Confían en que un informe de la Policía elaborado tras una petición del juez demuestre que no hacen nada fuera de la ley.
Pero la clínica cree que su negocio se está viendo perjudicado por la presencia de estas mujeres con sus oraciones. De ahí que hayan interpuesto las denuncias. Los vecinos las acogen con mucho cariño y la Policía suele tratarlas siempre bien, aunque hay algún caso aislado en el que han recibido alguna amenaza. Pero no les importa y están dispuestas a seguir adelante con su labor.
Un reportaje elaborado por Juan José Montes, director del semanario Iglesia en Camino, de la archidiócesis de Mérida Badajoz, recoge algunos de los casos en los que han intervenido estas mujeres y explica qué les cuentan realmente a las madres en centros como éste.