España se ha comprometido a aportar la friolera de 84.000 millones de euros para el fondo de rescate europeo, es decir, para salvar la deuda impagable de países con gobernantes irresponsables que no pueden pagar los intereses a sus bonistas.

Ciertamente, el compromiso inicial sería de algo menos de 10.000 millones pero el compromiso para el 'por si acaso', ahí queda. Considerando que la gran reforma financiera de Zapatero, el gran latrocinio de las cajas de ahorros, supone, según el Banco de España, una aportación de 25.000 millones de euros, háganse una idea.
Es como si yo me fuera a un restaurante de súper lujo y cuando me trajeran la factura exigiera que todos los comensales pagaran a escote mi consumición por carecer de fondo. O peor: que ante mi impago el Estado nacionalizara el restaurante quebrado por falta de liquidez.
Y todo ello para que los mayores aportadores, especialmente Alemania, puedan imponer a los países más pobres de la Unión Europea la política que les venga en gana. Y todo ello, además, para financiar a los inversores, es decir, a los ricos, a aquéllos que, una vez cubierta sus necesidades primarias aún les queda dinero para invertir. Estamos construyendo, no la Europa de los mercaderes sino algo mucho peor: la Europa plutocrática, donde mandan los ricos.
La solución, naturalmente, es dejar quebrar a los países quebrados y dejar quebrar a los bancos quebrados. Nada de reflotamientos ni de rescates, que cada palo aguante su vela. Si dejas quebrar un banco quebrado, lo único que debe atender el Gobierno, con el dinero de todos, es a los depositantes, no a los inversores. Y lo mismo ocurre con los países.
Esa es la respuesta que mira hacia el bien común de todos, es decir, la alternativa cristiana a una Europa capitalista que vive para eso: para los capitalistas, es decir, para los ricos. Porque rico es hoy aquel que no sólo no sufre necesidad sino que, además, rentabiliza el dinero sobrante. Es triste que alguien pueda perder sus ahorros pero más tiste es que todos, también los parados y lo que a duras penas llegan a fin de mes, como la mayora de las familias numerosas, no tengan que aportar dinero para salvar a los que sí llegan a fin de mes, o incluso a fin de año.
Una economía que vive para los mercados financieros, cada día más especulativos, es una economía radicalmente injusta. Y encima, ha sido la economía que provocó la crisis.
Eulogio López
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