Mientras se hundía AIG, la mayor aseguradora del mundo, el hombre del pueblo, Barack Obama, se dejaba querer por los ricos de Beverly Hills, con las estrellas del espectáculo pagando a 28.500 dólares el cubierto, dejándose querer por los estrellas de Hollywood disfrazadas de lentejuelas y dejándose cantar por Barbra Streisand quien interpretó para don Barack que "había nacido una estrella" como Obama no sólo es el hombre del pueblo sino el de las clases medias, se permitió que la mesocracia hiciera acto de aparición a los postres, donde bastaba con abonar 2.500 euros.
Y a todo esto, ¿cuál fue la reacción de Obama ante la quiebra de Lehman, el rescate artificial de Merrill o la nacionalización de AIG? Pues el mismo de ZP en España: la culpa la tiene Bush. Insisto en que el pueblo americano preferirá que le ofrezcan soluciones a culpables. También habló Obama de la filosofía económica de George Bush, pero, como suele ser habitual en este hombre "el vacío de Obama" -que denuncia Sarah Palin- se quedó ahí, en el limbo, sin explicarnos en qué consiste la dicha filosofía y, en cualquier caso, una vez identificado el culpable, sin explicar motivación alguna.No es casualidad que el hombre del cambio, el amigo de todos los americanos, Barack Obama, reciba más dinero, especialmente de los ricos, que McCain. Obama es el progresista de esta historia, tras dos décadas de un fenómeno triste: el partido del burro se ha echado en manos de la retroprogresía mundial. ¿Y qué es la progresía? Abajo los curas y arriba las faldas... y a forrarse de dinero.
Mientras Obama predique el aborto libre ya es de los nuestros y nuestro enemigo será cualquiera que crea en algo, por ejemplo en la verdad, es decir, el Cristianismo, al tiempo que los millonarios serán siempre sus enemigos. Sin progresismo es plutocracia. Y tiene gracia que mientras McCain hable de los trabajadores americanos y su asesora económica, Carla Fiorina, cargue contra Wall Street, Obama no dirija una sola palabra a los especuladores de la Bolsa, a los bancos de inversión o a los fondos de 'private equity' y alto riesgo. El sistema político favorito del progresismo, y por tanto de Obama, es la plutocracia, el Gobierno de los millonarios.
McCain, por contra, habla de los trabajadores, y no muy bien, dicho sea de paso. McCain no es un experto en economía, pero olfatea bien lo que está ocurriendo, cuando afirma, en su habitual tono, un punto melodramático, que los trabajadores americanos han sido traicionados por la "política de casino de Wall Street" que es justamente eso: un casino, donde el único que gana es la banca.
Su asesora, Carla Fiorina se ha revuelto contra la calle del muro, pero creo que no ha ido al centro de la cuestión, pues se ha quedado en la petición de transparencia, palabra mágica la que se aferran siempre los yupi-progres. Ahora bien, se equivoca Fiorina: la solución a la crisis de Wall Street no es la transparencia, sino la especulación, de igual forma que el problema de un asesinato no es la confesión del asesino sino la muerte de la víctima. En definitiva, la forma, no el fondo. "Sólo ha aflorado el 60% de las pérdidas, no se sabe qué hay debajo de la alfombra", clamaba hoy el diario español La Gaceta. De acuerdo, pero conocer las pérdidas no nos va a sacar de pobres, lo que hay que afrontar es que esas pérdidas no se vuelvan a producir y para ello hay que atajar la especulación bursátil, un invento anglosajón al que se ha apuntado todo el mundo. Pero, al menos, los republicanos aportan soluciones; Obama se ha quedado en el papel de fiscal y un fiscal no sirve para dirigir un país.
Y contemplen la influencia norteamericana en una Europa que siempre está apostrofando de Estados Unidos. Desde que Obama repite, con su vacío de ideas, que toda la culpa es de Bush (aunque lo sea, ¿qué importa eso ahora?) nuestro Zapatero se presenta en el Congreso, con su mejor aspecto de Mister Bean enfadado, y dice exactamente lo mismo: corrobora la certeza de que la culpa es de los 'neocon'. Verdadera chorrada, porque si es verdad es que la especulación la inventaron los anglosajones, y es verdad que los grandes intermediarios de la burbuja son norteamericanos y británicos. También lo es que todos nos hemos vuelto especuladores codiciosos, obsesionados por el dinero rápido: ¿O dónde invertimos nuestros ahorros sino en la gran burbuja que ahora ha estallado? Pero ya se sabe que ZP oscila entre el Mr. Bean siniestro y el Mr. Bean patético: el martes tocaba patetismo.
Por cierto, muy significativo el mencionado discursito de Barbra Streisand. Veamos, los demócratas acusan a los republicanos de que el fichaje de Sarah Palin buscaba el voto femenino. Gran tontería. Lo que separa a las mujeres no es su oposición al varón. La brecha entre mujeres es mucho más profunda y viene marcada por mujeres capaces de amar, de entregarse, y feministas empeñadas en una estúpida lucha de sexos contra el varón al tiempo que se desfeminizan y masculinizan por intentar imitar al enemigo.
En otras palabras, las mujeres votantes de Hillary nunca votarían a Palin. Nada odia más una feminista que a otra mujer que ha tenido el coraje de parir cinco hijos y uno de ellos retrasado, y, encima, fiel a su esposo y padre de sus hijos. Su mera existencia constituye un insulto inadmisible para todo tipo de feministas aborteras acostumbradas al cambio de pareja, para quienes la maternidad es una lamentable enfermedad que estropea su silueta y su carrera profesional.
Por eso, doña Barbra desprecia, con un machismo repugnante, a Palin, y la contrapone a esa mujer que ha prestado "grandes servicios públicos" como es Hillary Clinton. Desde luego, doña Hillary no ha ofrecido el servicio público más importante para un país: sus futuros ciudadanos y contribuyentes. Bueno, digamos que no se esforzó mucho y se quedó en Chelsea.
Para doña Barbra, ejercer como gobernadora de Alaska no es servicio público y, en cualquier caso, como todo progre -o 'progra' que diría la ministra Bibiana Aído, 'miembra' del Gobierno Zapatero- sabe que la que tiene hijos es porque no sirve para la vida profesional, a pesar de que la sospecha es que ocurre justamente lo contrario.
En cualquier caso, Obama se ha convertido en el arquetipo del progresista: plutócrata, anticlerical y machista.
Por el momento, el vacío de Obama sigue siendo el enemigo a batir por McCain, perdón, por Palin.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com