La investigación de un misterioso accidente en el vuelo Dubai-Paris, que acaba de estrellarse en los Alpes, es adjudicada al joven Mathieu Vasseu, un técnico en acústica de la BEA, la autoridad responsable de los análisis de seguridad en la aviación civil. El desastre ha sido tan terrible en victimas humanas, 300 pasajeros y 14 tripulantes, que se barajan varias preguntas sobre el motivo: ¿error del piloto? ¿fallo técnico? o ¿acto terrorista?

El mundo de los accidentes aéreos, y los secretos guardados en las cajas negras, son el eje de este thriller francés, que tiene como protagonista al solvente actor Pierre Niney, con trabajos excelentes en Yves Saint Laurent y Frantz.

Apasionante desde el momento que recrea un tema realmente desconocido para los profanos como es el de las cajas negras, en ese aspecto la película nos introduce casi a modo documental en ese mundo y llegamos a contemplar “las tripas” de ese elemento imprescindible para descubrir cualquier fallo técnico o humano tras un accidente aéreo o, simplemente, ante cualquier anomalía en el funcionamiento de las máquinas de volar. Pero lo que convierte Black Box en una película estimable es que realiza una perfecta radiografía sobre personajes y empresas involucradas en un sector tan competitivo, y con tantos intereses económicos, donde se mueven cientos de millones de euros o dólares.

Pierre Niney se ajusta perfectamente a su personaje, un joven inteligente y perfeccionista pero que acaba paranoico en su búsqueda de la verdad, llegando a la obsesión. La elección del director de contemplar los acontecimientos a través de su punto de vista es muy afortunada.

Para: los que les gusten los thriller diferentes y aprecien el ritmo de las películas europeas.