Basada en hechos reales, en este filme una madre y su hija treinteañera tienen que pasar obligatoriamente juntas cuatro días para intentar lograr que la segunda, drogadicta reincidente, no consuma en ese periodo y pueda acogerse a un tratamiento pionero de curación.

Duelo interpretativo de campanillas entre Glenn Glose y Mila Kuni. En este lance sale ganadora Kunis, que compone un personaje que realmente conmueve. Para ello no le ha importado lucir un físico muy desmejorado ayudado por un maquillaje que hace muy creíble su personaje de una drogadicta.

El dolor y los trágicos cambios que se producen en una familia cuando uno de sus vástagos cae en el mundo de la droga no lo veíamos reflejado en pantalla de forma rotunda desde El regreso de Ben (Peter Hedges, 2018). Como en aquella, sólo una madre coraje es capaz de intentar salvar de las garras de esa terrible adicción a un hijo, a pesar de haber aguantado hasta lo indecible las mentiras y los robos de esos vástagos en sus propios hogares.

El director Rodrigo García lo ha explicado muy bien: “Más allá de retratar la adicción, la película muestra ese vínculo que nos une a nuestros seres queridos en la salud y en la enfermedad y plantea cómo los altibajos de la vida van afectando esos vínculos, los refuerzan y los hacen más complicados.”

Hijo del famoso escritor Gabriel García Marquez, y buen director de actores, en esta ocasión ha vuelto a recurrir a su actriz favorita, Glenn Close con la que trabajó anteriormente en películas como, por ejemplo Cosas que diría con sólo mirarla.


Para: los que les gusten las historias de lucha, cuyo único motor es el amor.