- En lo que va de año, al entidad que preside Ángel Ron ha emitido 5.800 millones de euros, después de la última emisión de cédulas hipotecarias por 750 millones de euros.
- Es una carrera suicida, obligada por el regulador.
- El problema del negocio bancario, lo que ha desatado la ira del sector, es el margen, no la solvencia.
Con motivo de la crisis, todos los
reguladores mundiales se han empeñado en aumentar la
solvencia de las entidades financieras con continuos requerimientos de más capitalización. La combinación entre un aumento de la exigencia de mayores y mejores
recursos propios y unos tipos de interés casi negativos, es explosiva. En otras palabras, es insostenible y, además, los bancos tienen que capear la situación con la morosidad de la etapa anterior, que aún no está superada. En definitiva, es el suicidio del sector obligado, eso sí, por los
reguladores.
Para muestra, un botón: el
Popular ha cerrado esta semana una emisión de cédulas hipotecarias a seis años, por un importe de 750 millones de euros. En lo que va de año, el banco que preside Ángel Ron ha emitido 5.800 millones de euros. Actualmente, la deuda viva del banco supera los 13.800 millones de euros. Se trata de una carrera suicida, obligada –repito- por el regulador, y que afecta a todo el sector, no sólo al
Popular.
Porque, ¿de qué sirve tener muchos
recursos propios y mucha liquidez cuando no hay negocio donde invertir y, si lo hubiera, sería un negocio sin margen? La cuestión es que antes de 2007, los bancos invertían alegremente, sin preocupación. No en vano, había una sobreabundancia de liquidez, provocada por los bancos centrales. En Europa, por el BCE. En definitiva, se apalancaron hasta las cejas. Y entonces estalló la crisis y los bancos se pillaron los dedos con la morosidad.
La reacción de los reguladores no se hizo esperar y comenzaron a exigir más y mejores
recursos propios a las entidades. Pero, al mismo tiempo, con el fin de reactivar la economía, impusieron unos tipos de interés cercanos a cero. Conclusión: los bancos tienen mucha solvencia pero muy poco negocio.
En definitiva, la crisis de 2007 fue de morosidad, pero la que se avecina será de margen. Es decir, el negocio bancario ha dejado de ser negocio. Por eso, de un tiempo a esta parte, las entidades se han lanzado al negocio de la gestión de fondos, donde ganan gracias a las comisiones y, además, no arriesgan nada porque los fondos que gestionan no son los suyos sino de los clientes.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com