Manuel Azuaga (izquierda) será presidente ejecutivo de la nueva entidad y Manuel Menéndez, consejero delegado
La presentación en sociedad de la fusión entre Unicaja y Liberbank no ha servido para despejar una de las principales incógnitas del acuerdo: qué funciones asumirá Manuel Azuaga y cuáles Manuel Menéndez. La respuesta del presidente de Unicaja a la pregunta de Hispanidad tampoco sirvió para concretar -las funciones de ambos seguirán “los esquemas de Unicaja”, afirmó Azuaga-, pero sí, al menos, para dejarle claro a Menéndez que será él y no el asturiano quien dirija la entidad fusionada. En otras palabras, para subsistir, el CEO de Liberbank ha tenido que ceder.
El problema se presentará en 2023, cuando el presidente se retire con 75 años y su sucesor en el cargo pase a ser no ejecutivo, tal y como quiere el BCE, y el consejero delegado asuma plenos poderes. ¿Estará dispuesta la Fundación Bancaria Unicaja (30% del capital del nuevo banco), que preside Braulio Medel, a ceder el mando al asturiano? Ese fue, precisamente, el motivo de ruptura en el primer intento de fusión. Los andaluces no estaban dispuestos a perder la soberanía sobre ‘su’ banco.
Y recuerden la durísima carta de CCOO, en la que calificaban a Menéndez de cacique y exigían que fuera Unicaja quien pilotara el nuevo banco.
La entidad fusionada se llamará Unicaja Banco y tendrá la sede social y operativa en Málaga, y sedes centrales en otras localidades, por ejemplo, del Principado de Asturias.
En un principio, el ajuste de plantilla y los cierres de oficinas serán menores que en otras fusiones, aunque serán inevitables. De hecho, Menéndez ha confirmado que ya tiene una previsión encima de la mesa, que tendrán que negociar con los sindicatos cuando llegue el momento.
Asimismo, queda para más adelante la negociación acerca de los acuerdos de bancaseguros que, calculan, tendrá un impacto negativo -la ruptura de acuerdos- de unos 200 millones de euros.
La fusión que creará el quinto banco español por volumen de activos ya está marcha, aunque oficialmente requiere la aprobación de las respectivas juntas de accionistas. No será la última que veamos en nuestro país ni, probablemente, la última que protagonice Unicaja. “Estamos abiertos a analizar todas las alternativas que creen valor para sus accionistas”, han señalado tanto Azuaga como Menéndez, aunque también ha matizado que “a corto plazo, el objetivo es llevar adelante esta operación”.