- Parece como si Pallete quisiera limpiar la compañía.
- Ante los analistas, pospuso la reducción del apalancamiento hasta finales de 2017.
- Con más de 50.000 millones de deuda, pasar del actual 3,20 al 2,35 costará.
- Aunque mantendrá el dividendo.
Telefónica ha sido la estrella del día. Suele serlo siempre que sale a escena, por su gran tamaño y la relevancia de la compañía en España, pero este jueves lo ha sido más por la fuerte caída de sus
resultados.
En concreto, el beneficio publicado para los seis primeros meses de 2016 ha sido un 43,8% menos (23,6% menos antes de impuestos) que en igual periodo del año pasado. Algo parecido le ha ocurrido a
Repsol (-39%) pero la calidad del resultado en un caso y otro no es lo mismo, lo que explica que la operadora fuera cayendo esta mañana casi un 5% mientras que la petrolera sólo un 1,5%.
Todos los
márgenes del negocio le caen en los últimos doce meses. Eso es lo más preocupante. Y lo hacen desde la primera línea: los ingresos se reducen un 7,1%; el resultado bruto de explotación, un 6,4%; el resultado de explotación, un 10,9%. No hay resultados no recurrentes que le alivien el trago, como en el caso de
Ibercaja esta mañana, o que le hayan perjudicado, de nuevo Repsol. Todo el malestar de Telefónica es que el negocio no funciona como antes. En consonancia los
aprovisionamientos y los
gastos operativos se reducen en proporciones parecidas (7,9% y 8,3%), pero no así los de personal (-4%), en lo que sigue siendo uno de los grandes lastres de Telefónica: una gran parte de la
plantilla que viene de otro negocio (la telefonía fija en régimen de monopolio) en condiciones de otro tiempo. Pero bueno, este es un problema que lo arreglará el tiempo y los ERE o figuras similares.
El flujo de caja de las operaciones cae un 4,8%, como no cabía esperar otra cosa a la vista de los
resultados de negocio, lo que no constituye una buena noticia para una compañía tan endeudada.
Endeudamiento que en épocas de desapalancamiento como ésta no deja de crecer ( 2,7%) y no porque la compañía esté descubriendo nuevas oportunidades de negocio en las que invertir (su esfuerzo inversor ha caído de hecho un 22,2%) precisamente.
El endeudamiento de Telefónica resulta elevado para el Ebitda de la compañía y los compromisos que mantiene con sus accionistas (0,7 euros por acción) resultan costosos. La manera más fácil de entender esto son los propios datos que da la compañía: publica un flujo libre de caja por acción de 0,17 euros y remunera a las acciones con 0,7 euros, luego la diferencia sólo se puede obtener a base de generar
liquidez en la misma por dos vías: desinversiones o endeudamiento. Y la diferencia son 2.600 millones de euros al año en un grupo que genera un flujo de caja de operaciones de 5.400 millones de euros aproximadamente.
Atender a los accionistas se lleva casi dos tercios de esa caja. En las desinversiones no está, luego no le queda más remedio que continuar con el endeudamiento. No deja de ser un cambio en su estructura de financiación. Sustituye accionistas por acreedores mientras estos segundos se lo permitan o, al menos, le permitan pagar tan bien a los socios. Con tipos bajos puede tener sentido, pero se abriría una brecha si los tipos subieran. Ahora mismo el 43% del resultado operativo se va a pagar a los prestamistas.
Es verdad que esta mañana Telefónica ha dicho que pretende reducir su deuda para el 2018 y ajustarla a los estándares de mercado para compañías similares (2,2x en lugar de
3,2x Ebitda), pero cuesta creer que pueda hacerlo, salvo que haya un cambio en el modelo de negocio que aumente los beneficios o reduzca la remuneración de sus accionistas.
Lo que está claro es que
Álvarez-Pallete no ha querido ocular nada de la situación. Lo resultados hasta ahora mismo, corresponden a
Alierta, no a él. O sea sin disimulo.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com