- Renuncia a la promesa de separar Samsung Electronics de las operaciones del grupo.
- Se desmarca así de las dudas en su gestión tras los sobornos de la cúpula del gigante.
- Espera a presentar el Galaxy S8, el próximo 28 en Nueva York, para reparar su reputación.
- Insólito: el mayor conglomerado industrial surcoreano se rodea de consultores extranjeros.
- Apple y Huawei están dispuestos a todo para aparcar al mayor fabricante de teléfonos inteligentes.
Samsung renuncia a segregar sus negocios, como había medio anunciado tras el escándalo de su
humeante Galaxy Note 7 -ardía, recuerden, y por eso lo
retiró del mercado- y el escándalo político que se saldó con la
destitución de la presidenta surcoreana
Park Geun-Hye, en el que está también imputado el
heredero de la multinacional y vicepresidente,
Lee Jae-Young, por soborno a cambio de favores. Desde febrero está en prisión.
Samsung atraviesa, por tanto, su
peor momento reputacional, que espera reparar con la presentación, el próximo 28 de marzo en Nueva York, del nuevo
Galaxy S8, pero su prometida
reestructuración se aplaza, a pesar de la insistente presión de sus accionistas. La idea era separar la gestión del buque insignia,
Samsung Electronics, el mayor fabricante de teléfonos inteligentes. Dos partes: el hólding y una sociedad encargadas de las operaciones.
Sin embargo, el presidente del
Consejo de Administración, Kwon Oh-Hyun, ha anunciado este viernes en una
asamblea general de Samsung Electronics, ante 24.000 accionistas, que no habrá separación, al mismo tiempo siguen estudiando sus aspectos legales y fiscales.
En suma y sin dar más detalles, Oh-Hyun ha dicho que esa operación se retrasa porque no es fácil de llevarla a la práctica, lo cual no ha gustado en
bolsa (el valor ha caído un 1%).
Eso sí, ha añadido que siguen trabajando para evitar
fallos en la gestión y que la multinacional se dotará, incluso, de un equipo de
consultores externos extranjeros, algo extraño tratándose del mayor conglomerado industrial de Corea del Sur.
Lo que sucede en
Samsung, no obstante, tiene un alcance que va más allá de lo estrictamente empresarial y está marcado por su posición estratégica en esa región. La alianza con
EEUU para garantizar su seguridad frente al enemigo del norte, el régimen comunista de
Pionyang.
Y en paralelo, hay una guerra subliminal para liderar el negocio de los móviles inteligentes. Los actores son tres, Apple, Samsung y la china
Huawei. En el
runrún conspirativo se ha llegado a especular con el desplazamiento de la surcoreana por dos vías: una alianza de
Apple y Huawei o, directamente, la primacía de la norteamericana porque la defensa de un país, en este caso Corea del Sur, tiene un precio.
Rafael Esparza