Por encima de si las decisiones de la justicia belga -o alemana- son lógicas o confunden inmunidad con impunidad, por encima de si el Tribunal Supremo debiera haber consultado al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y por encima de si dos prófugos de la justicia, como Carlos Puigdemont o Antonio Comín deben participar como eurodiputados, lo cierto es que los independentistas catalanes han logrado poner en solfa nada menos que el Tratado de Schengen y la euroorden, dos de los pilares de la Unión Europea (UE). Traducido: el inefable ‘Puchi’ ha quebrado Europa.

El español González Pons (PP) propugna la reforma de la euroorden que “sólo funciona cuando un país confía en el otro”

Schengen representa la libre circulación de personas dentro de esa unidad supranacional llamada Unión Europea. Por su parte, la euroorden como recuerda el eurodiputado del PP, Esteban González-Pons, sólo funciona si un país confía en el otro. Pero con ‘Puchi’ no ha habido confianza alguna entre los socios europeos.

Me explico: cuando España emite una euroorden contra un prófugo -verbigracia Puchi- las autoridades belgas y alemanas, las de cualquier país europeo, no tiene que hacer preguntas: sólo detener al prófugo y entregarlo a las autoridades españolas. Es Puigdemont quien debe ser juzgado, no España.

En España crece la eurofobia y los independentistas pasan de criticar a Europa a considerarla su esperanza

Por lo tanto, propugna González-Pons, si Schengen sólo sirve para humillar a España, España debe retirarse de Schengen… y cambiar Schengen.

Pere Aragonés, vicepresidente catalán, aseguraba en la tarde noche del jueves 9 que el Supremo se había salido de Europa. Aparte de exagerar hasta la náusea la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea -referida, tan sólo, al periodo en que Oriol Junqueras era preso preventivo: ahora es preso según sentencia firme- el Supremo no es una filial del TJUE y su fallo de jueves sobre Junqueras es lo lógico y ajustado a derecho. Es más, si hubiera dicho otra cosa estaría colaborando a la impunidad sembrada por la lentitud del proceso de Unión Europea, con el peligro cierto de que el Europarlamento de Estrasburgo se convierte en una guarida de bandidos.

Al fondo, lo de siempre: o Europa regresa a sus raíces cristianas o no habrá Europa

Al tiempo, Pedro Sánchez no puede levantar la mano para exigir que la UE no se burle de España, para revisar el Tratado de Schengen y la Euroorden porque necesita el voto de los independentistas catalanes, de ERC, para permanecer en La Moncloa. Sánchez es un presidente  maniatado de un gobierno que se antoja provisional.

Y con todo este vodevil podemos concluir que lo que está en crisis no es España, que también, sino Schengen en general y la euroorden en particular. Y esto es casi tanto como decir que lo que está en crisis es el  proyecto global de la Unión Europea… en su totalidad manifiesta.

Este Puchi es una verdadera termita, capaz, no ya de disolver España, sino de disolver el conjunto de Europa. ¡Grande eres, Puchi!

Y al final, todo esta farsa trasluce la quiebra del proceso de Unión Europea por falta de un ideal común: o Europa regresa a sus raíces cristianas o no habrá Europa.