Casado y Soraya, los candidatos que luchan por la presidencia del PP.
Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado afrontan su último día de campaña con la mirada puesta en los 3.082 compromisarios que decidirán el nombre del futuro líder del PP en un Congreso Extraordinario que arranca este viernes 20. Hoy, jueves 19, Soraya, sin levantar la voz, como en ella es habitual, ha ubicado a su contrincante, Pablo Caso, en la radicalidad. Según la vicepresidenta, la cosa consiste en situarse en el centro, ocupar todos los espacios y no irse a ninguna esquina. Es lo que comunmente se conoce como esquizofrenia. Es decir, Soraya se presenta como persona de centro, con lo que convierte a Casado en un radical... Ya saben, se preocupa de cuestiones como los valores y otras sustancias rancias. Sin embargo, Soraya es de centro: abortista y cosas así.
Pablo Casado ha asegurado en la SER que la comida que mantendrá este jueves en Madrid con la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, que le apoya en esta lucha final, y varios exministros del Gobierno de Rajoy, que también respaldan al vicesecretario de Comunicación del PP, "no es contra Sáenz de Santamaría", informa RTVE.
Casado ha explicado que es un encuentro planificado "desde hace días" y refleja que prácticamente dos terceras partes de los exministros se sienten identificados con su proyecto, así como la propia secretaria general del partido. Está previsto que acudan Rafael Catalá, Isabel García-Tejerina, Juan Ignacio Zoido, José Manuel García-Margallo, Miguel Arias Cañete y José Manuel Soria, entre otros, según fuentes conocedoras del encuentro, citadas por Europa Press.
Sobre posibles presiones de Rajoy para que no se celebre este encuentro, Casado ha afirmado que le "consta" que no ha sido así y que, por el contrario, el aún presidente el partido se ha comprometido a mantener la neutralidad "absolutamente exquisita" en este proceso y "lo está cumpliendo”.
Soraya ha advertido hoy que las elecciones se ganan "ocupando el centro del tablero", ocupando todo el centro derecha
Por su parte, en Onda Cero, la exvicepresidenta Sáenz de Santamaría cree que es una “hipótesis remota” que pueda perder el cónclave en el que se elegirá al sucesor de Rajoy. Y ha recalcado que su equipo está “cada día más tranquilo y más sonriente” con respecto a los compromisarios que votarán en el cónclave del PP este sábado. Mantiene que prevé ganar a Casado con una distancia de 15 puntos.
Ha atribuido a la "guerra psicológica" de los días previos a una elección que habla de un cambio de clima y de redistribución de fuerzas en favor de Casado. Así, tras los respaldos a su contrincante de numerosos cargos gallegos, ha valorado que los compromisarios están actuando con "absoluta libertad" y algunos dicen "soy de Soraya y otros de Pablo".
Se ha reivindicado como la ganadora en la primera vuelta de las primarias, cuando los militantes la situaron como la primera opción, algo que le da "tranquilidad" y "legitimidad". Es más, opina que los compromisarios también serán "muy sensibles a eso".
Asegura que el PP ha perdido 3 millones de votos por la corrupción. Sin embargo, ella no se enteró de nada
Además, ha advertido hoy que las elecciones se ganan "ocupando el centro del tablero", ocupando todo el centro derecha y no dirigiendo el partido a "una esquina". "Nuestro partido no puede irse a una esquina, sino ampliarse y abrirse con los mismos principios y valores que nos sustentan a todos", ha recalcado, en clara referencia a Casado, con un perfil más conservador.
Por cierto, Soraya Sáenz de Santamaría asegura que el PP han perdido 3 millones de votos por la corrupción. Es la primera vez que la antigua número dos del Gobierno Rajoy pergeña estas cuentas... y la primera vez que Soraya reconoce la corrupción en el PP. Y, sencillamente, lo más curioso es que ella, siendo la núemro dos del Gobierno, la responsable de los Servicios Secretos y mujer de confianza Mariano Rajoy -presunto rey del gobierno y de un partido presuntamente corrupto-, no se enteró de nada. Espléndido. Pero como siga por ese camino, se le puede enfadar Mariano Rajoy, su gran valedor.