Ocurrió el miércoles, aunque ya se habían dado alusiones previas. En su rueda de prensa con el primer ministro italiano, Guiseppe Conte, un conmovido Pedro Sánchez daba por buenas las presuntas comisiones cobradas por SM Juan Carlos I, al tiempo que se mostraba agradecido a SM Felipe VI por haber marcado “distancias” con su padre. Es decir, por haber abjurado de su padre para mantenerse en el Trono. Aún más, le agradeció la traición a su padre ante unas acusaciones no juzgadas pero que el señor presidente calificó como “inquietantes y perturbadoras”.

El mensaje estaba claro: un chantaje de Moncloa a Zarzuela: te mantendrás en el trono si colaboras en el magnicidio mediático de las presuntas comisiones del AVE la Meca-Medina y si colaboras en presentar a tu progenitor, el hombre que trajo la democracia a España, como un chorizo chalanero, amante del dinero y del putiferio.

Moncloa chantajea a Zarzuela con Juan Carlos I, para que no ejerza su papel arbitral frente al guerracivilismo rampante

Recuerden el 1984 de George Orwell. Para el régimen comunista de ficción creado por el escritor de izquierdas británico, el protagonista de la novela, Winston Smith, deja de ser un problema para el Régimen desde el momento en que, bajo tortura, traiciona a su amante.

Lo mismo con Felipe VI: mientras mantenga la traición expresa a su padre, podrá seguir en el trono. Si no…

Ahora bien, si se atreviera a hacer valer los méritos de Juan Carlos I o simplemente a mostrarle su respeto, no ya institucional, sino filial, o si se atreviera, esto es lo más grave, a ejerce su labor arbitral como jefe del Estado, entonces que se atenga a las consecuencias. No olviden que el tándem Sánchez-Iglesias marcha directo hacia la III Republica… con Sánchez como presidente e Iglesias como primer ministro: Alcalá-Zamora y Azaña, para entendernos, aunque me temo que la resistencia de los materiales se ha  deteriorado desde hace 90 años hasta ahora.

Y todo ello apoyado en la honradez y en la lucha contra la corrupción, ‘of course’. Sánchez agradece en público a su víctima, Felipe VI, que se haya distanciado de su padre ante informaciones “inquietantes y perturbadoras”. Y entonces, ¿por qué, por ejemplo, no marca distancias él, don Pedro Sánchez, con su suegro, Sabiniano Gómez, y sus saunas gay: la Sala Adán y la Sauna azul, edificantes establecimientos donde también operó el capitán de la corrupción española, el comisario Villarejo? Que yo sepa, Sánchez no ha “marcado distancias” con su esposa, Begoña Gómez, por estos hechos tan “inquietantes y perturbadores”.

Para el tándem Sánchez-Iglesias no importa que la monarquía española haya dejado de ser católica: sigue siendo un blanco para su cristofobia

En resumen, la felicitación envenenada del jefe de Gobierno al jefe del Estado, por traicionar a su padre, Juan Carlos I, sacude la política española. Pero sólo habría algo peor: que no la sacudiera lo suficiente. Eso supondría que el poder del frentepopulismo (socialistas, comunistas e independentistas) que hoy manda en España no encuentra oposición alguna para hacer lo que le venga en gana.

Además, si Moncloa chantajea a Zarzuela con Juan Carlos I, es para que no se atreva a ejercer su papel arbitral, el que le otorga la Constitución, frente al guerracivilismo rampante. Recuerden que la Operación Borrell marcó un antes y un después en el camino hacia la conversión de España en una dictadura bolivariana. El rey tragó con un Gobierno socio-comunista y a partir de eso, me temo que tendrá que tragar con todo.

Por cierto, para el tándem Sánchez-Iglesias no importa que la monarquía española haya dejado de ser católica: sigue siendo un blanco de su cristofobia. La monarquía española ha dejado de ser católica, como me temo que el conjunto del país… pero, ojo, el que tuvo, retuvo. Y todo buen marxista sabe que destruir tallo y hojas sirve de poco: lo que hay que extirpar es la raíz… católica de España.

No olvidemos que lo único que une, sin discrepancia alguna, a PSOE y Podemos es su cristofobia, que va mucho más allá que el mero anticlericalismo.

Todo esto en nombre de la democracia y la ética en la vida pública, naturalmente.