La instrucción pastoral ha sido redactada por los obispos Enrique Benavent y José Leonardo Lemos, a los que acompañó Luis Argüello en la presentación
Recientemente, los obispos españoles han subrayado que el centro de las exequias cristianas es “Cristo Resucitado y no la persona del difunto”, es decir, que los funerales no se conviertan en un homenaje a este, algo que “corresponde a otros ámbitos ajenos a la liturgia”. Lo hacen en la instrucción pastoral ‘Un Dios de vivos’, que se encargó hace un año y se ha presentado ahora, después de ser aprobada en la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, justo días después de que se aprobara la ley de eutanasia en España.
Los obispos han recordado que las exequias “son incompletas sin la celebración de la Eucaristía” y que “la celebración de las exequias y la oración por los difuntos han de manifestar con claridad la fe en la resurrección y la esperanza cristiana en la vida eterna”. Y es que “el anuncio de la muerte y resurrección de Jesucristo constituye el núcleo de la fe cristiana y el fundamento de la esperanza”. En este sentido, subrayan que “la fe cristiana consuela y acompaña la pérdida de los seres queridos desde la esperanza que viene del Resucitado”.
Señalan que social y culturalmente se evita la cuestión de Dios, pero aún cuando muchos ponen en paréntesis la fe, en esos momentos dolorosos “solicitan la presencia de la Iglesia y su acompañamiento”
Los prelados señalan que en las últimas décadas se ha vivido en nuestra sociedad una profunda transformación en la vivencia de la muerte y en la forma de afrontarla, algo que también se está viendo en la situación del Covid-19: “Vemos actitudes de generosidad, servicio y solidaridad que muestran lo mejor que hay en el corazón del ser humano, que dignifican a las personas y a la sociedad y que fortalecen la fraternidad. En estos casos, se ofrece ayuda psicológica a las personas para que gestionen sus emociones, pero social y culturalmente se evita la cuestión de Dios”. Sin embargo, aún cuando muchos ponen en paréntesis la fe, en esos momentos dolorosos “solicitan la presencia de la Iglesia y su acompañamiento”. Por ello, insisten que “la atención y cercanía en los momentos difíciles del duelo es una acción pastoral de la Iglesia que requiere una preparación, una formación y una espiritualidad adecuada. Deseamos que las celebraciones exequiales sean signo de la auténtica esperanza cristiana y ayuden a los fieles a crecer en ella”.
En la instrucción pastoral se recoge que no hay razones doctrinales para prohibir la cremación, por lo que la Iglesia la permite, aunque “recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados”. Asimismo, menciona los columbarios como “lugares idóneos para depositar las cenizas después de la muerte y de la cremación de los difuntos”.