Pocos han hecho hincapié en la pregunta de una periodista (rueda de prensa del miércoles 14, hacia el atardecer)que constituía, al mismo tiempo, una grave acusación al ministro del interior, don Fernando Grande-Marlaska. Los hechos: una mujer cae desde un tercer piso en el vallisoletano barrio de Pajarillos. Previsiblemente se suicidó, quién sabe si porque no soportaba el confinamiento impuesto por el Gobierno- y su marido es inmediatamente detenido y acusado de haber asesinado a su esposa. En el venenoso ambiente feminista y de ideología de género en el que nos movemos, no es la primera vez que se producen estas falsas acusaciones contra el varón.

Violencia doméstica, que no violencia de género. El género no existe, el sexo así. Encima, Marlaska introduce la ideología de género en el Coronavirus

Al parecer, precisamente, el varón intentó evitar el suicido de su mujer y no lo consiguió. Pues bien, de inmediato, el ministro del Interior, juez de profesión, don Fernando Grande-Marlaska, representante avanzado del lobby de la ideología de género, dio por hecho que se había producido un crimen de violencia machista. Hasta la propia Delegación del propio Gobierno en Valladolid tuvo que desmentirle y el juez sobreseyó el caso y dejó en libertad al inocente esposo.

Eso le recriminó esa periodista en la rueda de prensa de la tarde del miércoles, pero Marlaska, uno de los personajes más ensoberbecidos de la política española, reaccionó a lo progre: aseguró hacer autocrítica, reconociendo que debió hablar de “presunto” caso de maltrato. Ni presunto ni historias, ministro. No queremos autocrítica, queremos arrepentimiento, porque lo que ha ocurrido es que, llevado de sus prejuicios, en este caso feministas, usted ha calumniado a un inocente, acusándole, en falso, nada menos que de asesinar a su esposa. El arrepentimiento conlleva propósito de la enmienda, la autocrítica no.

Si hay abusos policiales, Marlaska aconseja denunciar pero no está dispuesto a modificar sus instrucciones a la policía

No sólo eso sino, que en medio de sus lágrimas de cocodrilo (hoy conocidas como autocrítica) el ministro llegó a reprochar a la periodista que le preguntaba que hubiese utilizado el concepto “violencia doméstica”, cuando se trata de “violencia de género”. Pues no señor, el género es tan sólo un adjetivo, que responde al sustantivo sexo. Lo que ocurre es que, como leal exponente de la ideología de género, el señor ministro no puede reconocer la evidencia de que el sexo es lo que nos otorga Dios (para los ateos, la naturaleza).

Y si la ideología de género, no fuera tan tonta hablaría de violencia doméstica, que es la que se produce en el hogar una acusación más directa contra el cristianismo, que es contra quien va la ideología de género.

Probablemente, no ocurre así porque bastante tendrá el falsamente acusado con digerir su tragedia, pero ahora debería ser el detenido y liberado quien denunciara a Marlaska por injurias y calumnias. No se preocupen: toda la progresía, que es la que detenta el poder en España se volcaría en defensa del aforado mandamás policial.

Es la moral progresista. Marlaska acusó a un hombre de asesinar a su esposa, cuando se había suicidado, pero el ministro del Interior no se arrepiente de nada, por tanto, no cambia e incluso se permite impartir lecciones de ideología de género pero, eso si, hace “autocrítica”: debió emplear la palabra “presunto”. Con eso, ya esta todo solucionado. Los progres son así, los feministos, también.

Al tiempo, Marlaska lidera la persecución contra los católicos y, en especial, contra la Eucaristía

Por otra parte, como también le recordó la periodista, Marlaska es otro de los exponentes de la lucha contra los “bulos” y las “fake news”, que no es otra cosa que un intento de introducir la censura legal para forzar el pensamiento único: el que emerge desde Moncloa. Por cierto, un pensamiento único que se caracteriza por su odio a lo cristiano. Pues bien, el señor ministro, llevado por sus prejuicios, ha emitido un bulo de grandes proporciones y ha actuado como verdugo prejuicioso respecto a una víctima inocente: el hombre acusado por Marlaska y por el sistema vigente desde los altavoces de los medios más poderosos de España (RTVE y SER). Seguramente, el acusado se sentirá muy aliviado con la ‘autocrítica’ de Marlaska: no dijo “presunto”… aunque sí hablo de machismo.

Y encima, Marlaska introduce la ideología de género en el Coronavirus.

Es la guinda que define al personaje. La misma periodista (¡Enhorabuena compañera!) le recordó las acusaciones sobre abusos policiales, aprovechando la feroz media del arresto domiciliario de 47 millones de españoles. Pues ahí que te va el autocrítico Marlaska: si hay abusos policiales, denuncie usted en los juzgados (que, por cierto, están cerrados). Él no está dispuesto a modificar sus instrucciones a la policía, a la que ha ordenado, por ejemplo, que aproveche la conculcación de derechos constitucionales que permite el estado de alarma para comportarse como nunca debe hacerlo un cuerpo policial: acosando al ciudadano que le paga su sueldo.

Un ejemplo: Marlaska ha enviado a sus policías y guardias civiles a violentar iglesias católicas y acusar a los feligreses que se atreven -¡cuánta irresponsabilidad!- a ir a misa… y amenazarles con sanción y detención. Porque esa es otra: la persecución sistemática contra la eucaristía y contra los católicos ya ha comenzado en la democrática España. La lidera Marlaska. Por métodos democráticos, naturalmente.