- La medida es vista por los defensores de los derechos de los homosexuales como un paso más hacia el reconocimiento del matrimonio gay.
- La ley, que entrará en vigor en seis meses, da a las parejas del mismo sexo y a las que no están casadas muchos de los derechos de los que gozan los matrimonios.
- Bachelet prosigue con su programa de ingeniería social tipo Nuevo Orden Mundial.
La presidenta de
Chile, Michelle Bachelet (
en la imagen), firmó la ley que
reconoce las uniones civiles entre las parejas del mismo sexo. De esta forma, prosigue implantando su programa en favor de la ideología de género y de ingeniería social, propio del Nuevo Orden Mundial, en su país.
Conocido como Acuerdo de Unión Civil (AUC), el Congreso chileno aprobó el proyecto de ley en enero. Ahora, la ley, que entrará en vigor en seis meses, da a las parejas del mismo sexo y a las que no están casadas muchos de los derechos de los que gozan los matrimonios, incluido el de heredar la propiedad y a recibir una pensión.
La medida ha sido vista por los defensores de los derechos de los homosexuales como
un paso más hacia el reconocimiento del matrimonio gay.
"Hoy es un día en que avanzamos como sociedad (...) estamos dando un paso fundamental en este camino de derechos, de justicia, y de respeto a la libertad individual", afirmó la presidenta de Chile durante el acto de promulgación de la nueva ley.
En virtud de esta norma,
tanto las parejas homosexuales como las heterosexuales podrán en Chile suscribirse al Acuerdo de Unión Civil desde octubre próximo, ya que la normativa creará el estado civil de "conviviente legal", fijando un nuevo régimen patrimonial para las parejas que opten por esta unión, sin importar si son o no del mismo sexo.
Sobre las uniones de hecho homosexuales, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, firmado por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, decía: la "Iglesia católica enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales.
El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad".
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com