Rufián, uno de los votos que llevó al PSOE a La Moncloa, junto a una imagen del Gobierno de la II República
Tras el ligeramente bochornoso espectáculo del miércoles en el Congreso son menos los españoles que dudan de que existe en España un peligro cierto de enfrentamiento civil, incluso de guerra civil. Esto empieza a parecerse demasiado a las Cortes de la II República.
Porque lo del miércoles no fue una sesión más de bronca parlamentaria, algo casi bueno y medianamente saludable. Fue otra cosa: un cainismo feroz que provocó menos risas de las habituales por Internet, señal inequívoca de que se había cruzado una línea roja: la de que ya no importa otra cosa que humillar al adversario, que siempre carece de rectitud de intención, convertido en enemigo al que, de buena gana, abriría la cabeza.
La moderación del Sanchismo es la del dos más dos igual a cinco
En estos casos, los apaciguadores suelen ser dos: el jefe del Estado o el jefe del Gobierno. El Rey no puede serlo, porque media España, la más cainita, la del Frente Popular que controla al Gobierno, ha colocado el Rey como diana y, por tanto, no le acepta como árbitro. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, tampoco puede jugar ese papel por dos razones:
- No quiere. La altura de miras de Sánchez solo está en su estatura.
- No puede: él es el jefe del frentepopulismo. Y así, malicioso pero oportuno, Rafael Hernando, el exportavoz del PP, le recordaba al agredido José Borrell que ese Rufián insultón que pretendía amedrentarle era uno de los votos gracias a los cuales el PSOE llegó a La Moncloa.
Cataluña solo es la mecha, pero el enfrentamiento civil vuelve a estar marcado por el odio a Cristo
Además, la táctica presidencial resulta un poco retorcida: Sánchez pretende jugar como moderado, aunque haya llegado a La Moncloa gracias a los exaltados. Ayer, en Valladolid, aseguró que los culpables de la crispación eran Rufián y Casado, así, como quien dice, en paridad de estima.
Esto recuerda la frase de José Prat, el que fuera presidente del PSOE en el exilio, cuando afirmaba que “siempre que un necio asegura que dos más dos son seis y un prudente le responde que dos más dos son cuatro, surge un tercero que, en nombre del diálogo y el entendimiento, acaba concluyendo que dos más dos son cinco”. La moderación de Sánchez consiste en el dos más dos igual a cinco.
Sí, hay peligro de guerra, o de enfrentamiento, civil en España. Ojo, Cataluña solo es la mecha pero el cainismo vuelve a estar marcado por el odio a Cristo, por la cristofobia. Me dirán… pero si toda la política española se ha descristianizado y padece de odio a Cristo… Pues precisamente por eso.