- "Si hay más valor en otros activos, veremos. No tenemos ninguna fidelidad con GNF", dice el presidente.
- Repsol inicia una campaña de imagen medioambiental, aunque tiene a los ecologistas de uñas por Alaska.
- Brufau carga contra el contaminante carbón, los coches diésel para combatir el cambio climático
- Imaz defiende la compra de Talisman: "Todo lo que compramos en 2015 está mucho mejor y somos más gasistas".
- De aumentar el dividendo, de momento, nada. Hay que esperar al rating y al equilibrio de caja y deuda.
- Para el grupo es prioritario que la cotización suba más: el 33% de 2016 no refleja aún el valor real.
- Una imagen del futuro: las fábricas llenas de robots, con un perro al que alimenta un hombre, vigilado por el animal.
Junta de Repsol, con rostros más satisfechos, tanto en su cúpula ejecutiva como en sus
accionistas. Claro que, como siempre en este tipo de encuentros, los primeros van por un lado, y los segundos por el suyo. A saber, el
dividendo, que de momento seguirá donde está, pendiente de la evolución de la cuentas, por un lado, y la cotización del valor en bolsa, por otro.
A
Antonio Brufau y
Josu Jon Imaz Imaz, (presidente y Ceo, respectivamente, ambos en la imagen), les preocupa más que la bolsa refleje el valor real de Repsol, lo que depende de la capacidad de generar caja y de la mejora del rating de las agencias.
Standard & Poor's y
Fitch ya lo han hecho, pero falta
Moody's.
La subida del 33% en bolsa en 2016 (a lo que se añade lo que acumula en 2017) no es suficiente, para Brufau. Los títulos cotizan ahora en 14-15 euros, llegaron a caer hasta 8,5, pero están lejos todavía de los 20 (una meta) o los 25 que llegó a valer.
¿Y aumentar el dividendo gracias a las ventas, como de
Gas Natural Fenosa?, ha preguntado un accionista. Brufau ha aprovechado para desmarcarse de la participación del 20% en la gasista. "Tenemos buena relación y no competimos. Siempre ha sido un valor estratégico pero si hay más valor en otros activos, veremos. No tenemos ninguna fidelidad". Recuerden que vendió el 10% al fondo GIP.
Brufau e Imaz se han repartido los papeles durante sus intervenciones, como se ve en el
comunicado, ante los accionistas aunque con caras de satisfacción los dos: Repsol ha cerrado con éxito un 2016 marcado por la
volatilidad en los mercados y el
precio del petróleo y del gas. Y a eso se unen importantes noticias como el
descubrimiento de petróleo en Alaska, el mayor de los últimos 30 años en EEUU, o las aportaciones de Brasil o Libia. Respecto a 2017,
Brufau calcula un precio medio de 57 dólares (ahora está en 52) y de 65 dólares en 2018. Imaz ha completado que Repsol aspira a ser capaz de generar caja
incluso con el barril de crudo a 40 dólares, muy por debajo de lo que cotiza ahora.
Mensaje en clave 'verde'
Antonio Brufau, no obstante, ha centrado su
mensaje en clave verde, haciendo hincapié en la aportación de Repsol a la reducción de gases de efecto invernadero. Da que pensar en el inicio de una campaña medioambiental "ante el gran reto global del
cambio climático".
Otra cosa es el papel que juegan los
ecologistas, a los que tiene de uñas, entre otras cosas, por el hallazgo de crudo en la
celestial Alaska, que aportará en 2021, cuando empiece a producir, el equivalente al
50% de las reservas líquidas actuales (120.000 barriles diarios).
Pero Brufau se ha esmerado, con acierto, en distinguir los
retos y necesidades energéticas reales y la
confusión reinante sobre lo que contamina, cómo contamina y cuáles son las soluciones. Una cosa está clara, a su juicio: hay que reducir a la mitad las emisiones contaminantes por cuatro vías: en la generación de electricidad, el transporte, la industria y lo residencial. "Vamos a ser parte de la solución", ha proclamado.
Ha propuesto, en ese sentido, la sustitución de los
vehículos antiguos diésel por otros diésel modernos. Sólo eso cambiaría radicalmente la contaminación en ciudades como Madrid. En la capital, además, hay todavía muchas
calefacciones que antes utilizaban carbón y ahora biomasa y en los dos casos producen miles de partículas contaminantes. Pero no se ha quedado ahí. También ha atacado al carbón, proponiendo la sustitución del carbón, del que depende Europa en un 35% para generar energía, aupando las energía renovables y la nuclear.
También ha puesto en solfa las
subvenciones al coche eléctrico con un ejemplo en su terreno. Repsol ha invertido 500 millones en
I D con los que conseguirá un ahorro en diez años de 43 millones de toneladas de
emisiones contaminantes. "Harían falta 6,5 millones de
vehículos eléctricos" para lograr ese ahorro. En subvenciones, equivalen a un ahorro para el Estado de 65 millones de euros.
Un futuro de robots, perros y hombres
Durante su intervención, Brufau ha dejado caer, cuando se refería a las megatendencias que darán forma al futuro, a la imagen que había empleado el director financiero de Repsol,
Miguel Martínez, en una reunión reciente. Las fábricas en el futuro tendrán muchos
robots, un
hombre y un
perro. Los robots se dedicarán a trabajar, el hombre se dedicará a dar de comer al perro y el animal, a vigilar que el hombre deje en paz (o no toque) a los robots. Esperemos que no sea en ese orden: mecánico, animal, humano. Aunque hay muchos empeñados en ello.
Defensa de la compra de Talisman
Josu Jon Imaz, por su parte, ha defendido la compra, hace dos años, de la canadiense
Talisman, cuyos frutos son un
menor riesgo geopolítico, una mejora de posición para la
transición energética y un
gran ahorro y sinergias (1.600 millones, un 42% más de lo previsto).
"Cuando compras -ha dicho- te encuentras de todo. Pero todo lo que hay ahora es mucho mejor que entonces, gracias al recorte de coste y la mayor eficiencia".
Gracias a Talisman, ha dicho Imaz,
Repsol es más gasista y una de las 15 mayores petroleras del mundo, con presencia en más de 40 países. Ha completado que
actualizará el plan estratégico con el objetivo de producir
700.000 barriles diarios.
Y a eso se añade el haber conseguido "el mejor sistema de refino de Europa", con un margen, ahora mismo, de 7,1 dólares por barril, ha asegurado Imaz.
Rafael Esparza