• "El mundo nunca ha visto una crisis humanitaria tan grave desde el Holocausto como en Irak y Siria", asegura el activista de los derechos humanos, Marcos Arabo.
  • En medio del genocidio, aparecen casos de numerosos mártires y actos de heroísmo entre los cristianos.
  • Como el del hombre, brutalmente torturado, que no negó a Cristo: "Si muero, moriré orgulloso, porque yo soy cristiano".
Por negarse a negar a Jesucristo, un hombre fue atado en el techo de una celda y torturado con clavos y alambre de púas por militantes del Estado Islámico, en Mosul, Irak, informa Noticia Cristiana. La historia de Carlos (no es su nombre real por razones de seguridad), que ahora es un refugiado en Jordania, fue compartida por misioneros de la organización Christian Aid Mission. Cuando el Estado Islámico invadió Mosul, en 2014, el grupo dio a los cristianos cuatro opciones: salir de la ciudad, convertirse al Islam, pagar una cuota de protección (jiyza) o ser asesinado. Cuando Carlos se negó a cumplir con los requisitos de Estado Islámico, los terroristas lo llevaron a un lugar desconocido y lo colgaron boca abajo, pero solo fue sujetado de una pierna. "Me torturaron con descargas eléctricas, me golpearon con palos con clavos clavados y me ataron con alambre de púas", dijo. "Ellos pusieron sal en mis heridas, yo gritaba por el intenso dolor". La tortura continuó hasta que Carlos fue a un tribunal, donde un juez le dijo que tendría que convertirse en musulmán para mantener su vida a salvo. "Me negué y dije, 'Si muero, moriré orgulloso, porque yo soy cristiano', le dijo al juez quien respondió: "'Usted será ejecutado el 26 de septiembre'". En ese momento, lo llevaron a las afueras de Mosul para ser asesinado. Sin embargo, antes de la ejecución, un superior había recibido órdenes para dejar a Carlos allí mismo. Los militantes lo golpearon y lo arrojaron fuera del carro. "Traté de caminar, pero después de un tiempo, mis heridas me hicieron caer y perdí el conocimiento", dijo. Cuando Carlos volvió en sí, se dio cuenta que estaba en un hospital de Kirkuk, en el noreste de Irak. "Ellos dijeron que no podían tratar mi pierna en Irak y que tenía que ser amputada", recuerda. "Pero fui a España y mi pierna la trataron allí por medio de una organización. Gracias a Dios, ahora puedo caminar". Antes del conflicto en Irak, el país fue hogar de más de 1,5 millones de cristianos. Hoy en día, más del 80% de los seguidores de Cristo abandonaron la nación, dejando menos de 275.000 fieles en el lugar. "El mundo nunca ha visto una crisis humanitaria tan grave desde el Holocausto como en Irak y Siria. Es un genocidio cristiano. Nuestras iglesias están siendo destruidas, nuestros museos diezmados, las mujeres y los niños eliminados a causa de su fe", dijo el activista de los derechos humanos, Marcos Arabo al sitio The Gospel Herald. José Ángel Gutiérrez joseangel@hispanidad.com