Es increíble pero les aseguro que no me invento nada: repasen ustedes la rueda de prensa-balance de fin de año, de Pedro Sánchez, de hoy, jueves 29 de diciembre. Una hilera de tópicos que nuestro hombre enlaza sin solución de continuidad. Uno de sus favoritos es el de la España cohesionada e inclusiva. Lo bueno del tópico es que, a menos que se repita más de una docena de veces, no se precisa explicar su significado. Es más, puede carecer de significado alguno. Pero a la décimo tercera va la vencida. Quizás por ello, el fautor del discurso presidencial  se vio obligado a poner un ejemplo, uno sólo… y entonces fue cuando Sánchez se lució: como ejemplo de España cohesionada e inclusiva Sánchez habló de… la ley de eutanasia.

Ahora ya sabemos en qué consiste la unidad de los españoles: en matar al viejo. O al débil en general.

El presidente del Gobierno llama “valiente” al Rey por el discurso más cobarde de Felipe VI: el de Nochebuena. En efecto, el monarca está haciendo lo que Sánchez e Iglesias quieren que haga

Todo político está condenado a la hipocresía, pero lo del Narciso de Moncloa, en su arrebato por sí mismo, deja a Arias Navarro, Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar y Zapatero a la altura del betún.

Su discurso de fin de año ha resultado la hipocresía hecha arte. Así, Sánchez califica al gasto público como inversión social y se queda tan fresco. Mi única duda es si se lo cree. Al endeudamiento salvaje de la economía española, una verdadera losa, Sánchez le llama igualdad y a la censura de internet, la califica como ciberseguridad, mientras asegura que España tiene la posibilidad de convertirse en líder global en ciberseguridad. Primero, que no es cierto; segundo, que a algunos no nos hace mucha gracia ser prominentes en el liberticidio de la censura global. En su impagable narcisismo, Sánchez se siente uno de los puntales del Nuevo Orden Mundial (NOM)cuando en realidad sólo es uno de los monaguillos de los archipámpanos.

Al final, nuestro estadista ha empleado mucho tiempo en justificar su Frente Popular, unión de socialistas, comunistas y separatistas.

Más mentiras: Sánchez ha calificado de “valiente” al Rey por el discurso más cobarde de Felipe VI: el de Nochebuena. En efecto, el monarca está haciendo lo que Sánchez e Iglesias quieren que haga. Hace tiempo que se rindió al dúo Picapiedra y su cobardía le costará el trono.

Ahora le exigen una nueva ley de la monarquía que le dejará a merced de unos tribunales cortados a la medida del Frente Popular y de la III República.

Sánchez no sólo indultará a los condenados por el Supremo sino que, además, aguará el delito de secesión para que los catalanes declaren la República catalana, la consumen o no

Indultos a los indepes. Por supuesto que sí, Sánchez da un paso más y habla del necesario reencuentro con Cataluña, porque en el problema catalán “todos hemos cometido errores”. ¿Y qué?

Es igual: el caso es que Sánchez no sólo indultará a los condenados por el Supremo sino que, además, aguará el delito de secesión para que los catalanes declaren la República catalana, la consumen o no.

Otrosí: ahora resulta que él mismo negoció la Lomloe con la comunidad educativa. Asegura que una amplísima mayoría de esa comunidad está con la Ley Celaá. Es mentira, por supuesto, pero ¿qué es la verdad?

Y también aquí se va quitando la careta: “este Gobierno ha apostado por la educación pública”. Ojo, y como ya hemos repetido en Hispanidad, el verdadero objetivo sociopodemita no es acabar con la enseñanza concertada sino con la educación católica.

Y tanta hipocresía y tanta incompetencia, ¿no tendría que tener su reflejo en la urnas antes o después? Pues desgraciadamente no lo tengo yo tan claro. Mejor, seguro que lo tendrá, pero no va a resultar tan fácil. Porque la única verdad pronunciada por Sánchez durante su balance de fin de año es que, según el CIS, a día de hoy, el voto al PSOE supera al obtenido en noviembre de 2019. Sí, ya sé que el CIS lo lleva Tezanos, pero también lo es que marca tendencia.

Educación. Dice Sánchez que una amplísima mayoría de esa comunidad está con la Ley Celaá. Es mentira, por supuesto, pero ¿qué es la verdad?

En definitiva, que a pesar de que Sánchez amenaza con superar a Zapatero, hay muchos españoles que siguen votando a Sánchez. Y hay una segunda razón -¡Ay dolor!-: la actitud de los medios informativos españoles. Ejemplo, la última pregunta de esta rueda de prensa, que en versión libre podemos traducir así:

-¿Puede la oposición arruinar la campaña de vacunaciones puesta en marcha por su Gobierno, oh dilecto presidente Sánchez?

Naturalmente el aludido respondió que él nunca había convertido la pandemia en lucha política. Nada de eso. En tal caso, la ha convertido en propaganda, medrando sobre el pánico de una población acobardada ante un virus y arruinada por la nefasta gestión del narciso de Pedro Sánchez.

Respecto a la oposición, muy sencillo: sigue en la línea de llamarles lunáticos, tal y como hizo con Pablo Casado. Y la técnica no le da mal resultado.