¿No se ha preguntado usted nunca -por ejemplo, cada día- porque hace 30 años su salario le daba para llegar a fin de mes y hoy no? ¿Acaso no hemos progresado? De eso hablo cuando hablo de financismo.

Lo que Hispanidad llamó el océano de liquidez, Edward Chancellor, en Breakingviews, publicado por Cinco Días, lo llama ‘Matrix’. Un mundo virtual, hiperreal, que nuestros abuelos, más sencillos, por tanto, más profundos que nosotros, calificaban como especulación financiera.

Pero ojo, no hablamos de especulación privada, sino de especulación pública. Hablamos de la constante y profusa creación de dinero lo que, vaya por delante, nos está llevando a una devaluación permanente de todos los factores de la producción: tanto del capital privado como de la propiedad privada, del trabajo, de las rentas, del ahorro…

Jerome Powell no consigue invertir la tendencia de los tipos negativos pero sabe que es un absurdo, que sólo puede entenderse como algo temporal y extraordinario, no como algo cotidiano y permanente

Al tiempo, esta creación de dinero comporta una deuda pública impagable y unos déficits fiscales que tienen poco que ver con la pandemia, porque vienen desde mucho más atrás. En el siglo XXI, toda la economía occidental dependía de la creación artificial de dinero que perpetran los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal norteamericana y el Banco Central Europeo (BCE). Con ello están consiguiendo tres tragedias: que el dinero tenga cada vez menos valor, que la clase política más irresponsable de la historia moderna emita deuda sin fin para mantenerse en el poder mediante un voto cautivo y que las grandes multinacionales trabajen con deuda en lugar de con fondos propios, perpetuamente apalancadas.

Jerome Powell, el hombre de la Reserva Federal, ya ha lanzado varios avisos. Los tipos en negativo representan un absurdo que sólo puede entenderse como algo temporal y extraordinario, no como algo cotidiano y permanente.

A todo esto no es ajeno que por ejemplo, en la tarde del lunes, como siempre a escondidas, nos enterábamos de que el déficit fiscal del conjunto de las administraciones públicas españolas se había disparado un 44% al final del primer trimestre. En otras etapas más civilizadas, se habrían encendido todas las alarmas. Ahora, la inefable ministra Marisú lo achaca a la pandemia y se queda tan ancha. Es más, nos contará que el déficit del Estado central ha caído y nos lo venderá como un éxito.

Hablamos de especulación pública, ojo, pública, no privada, en forma de océano del liquidez que, cuando cuajó en práctica habitual, fue bautizada por Juan Pablo II como la “financierización” de la economía y que algunos hemos traducido al español como ‘financismo’, que no es tan exacto como lo del intelectual Wojtyla pero sí más deletreable. 

Las tres tragedias económicas del siglo XXI: el dinero vale menos cada día, la clase política emita deuda sin fin y las grandes multinacionales trabajan apalancadas, en lugar de con fondos propios

A ver: vivimos en un océano de liquidez que ha devaluado toda la economía mundial. Esa, y no otra, es la razón por la que producimos más que ayer pero cobramos menos, o al menos, nuestros salarios no dan para lo que antes daban.

El financismo es también la razón por la que la propiedad privada anda en retroceso o por la que vivimos pendientes de nuestras deudas y por la que nunca progresamos. El océano de liquidez es, en resumen, la razón de por qué la economía va siempre mal.   

Es resumen, el financismo es la codicia del dinero presuntamente fácil (luego, encima, resulta que sólo es fácil para los grandes) que considera que la economía consiste en fabricar dinero no en fabricar bienes y servicios.

Financismo son los bancos centrales de hoy, que ante cada crisis se ponen a fabricar dinero… que no nos saca de la tal crisis pero nos permite mantener en pie el tinglado de la antigua farsa.

El financismo es la conversión de todo Occidente en una economía de mentira dirigida por políticos irresponsables que satisfacen los deseos -por ejemplo, el deseo de sobrevivir sin trabajar-, que no las necesidades, de la plebe a costa de un endeudamiento siempre creciente e irresponsable.

Volvamos al patrón-oro… o a cualquier otro patrón. Dejemos de producir dinero o viviremos en crisis permanente por muchas generaciones.

También: financismo es que el Estado se convierta en cada vez más grande y cada vez oprima más a la propiedad privada pequeña.   

Mientras, China, obsesionada con producir, se está haciendo con el control económico mundial. ¡Y cuidado, porque se trata de una tiranía especialmente cruel!