- A partir del 12 de abril tendrá que poner en marcha la reestructuración a fondo de la entidad.
- De momento tiene un plan preliminar, que ha enviado a Bruselas para ser rescatado.
- El debate está en cómo adelgaza para volver a la rentabilidad y si tiene que aumentar los despidos.
Al banco italiano
Monte dei Paschi di Siena (MPS) se le acaba el tiempo para su necesaria reestructuración. Esa fecha es el 12 de abril, cuando los
accionistas tendrán la última palabra, es un decir, sobre el futuro del banco.
El interés es doble: para el
Estado, cuya participación pasará del 4% al 70% tras la aportación de 6.600 millones de euros, y también para la alejar las sombras sobre el
sistema financiero italiano. El
MSP es, de hecho, el epicentro de esa crisis desde su fallida ampliación de capital, necesaria para afrontar sus
riesgos y recuperar la
solvencia.
El banco tiene listo, de momento, un borrador del nuevo
plan de reestructuración, que ya ha enviado a las autoridades antes de dar otros pasos. Es la condición de Bruselas para poder recibir los fondos estatales.
A falta de detalles, lo único que ha señalado la entidad es que en 2016 perdió menos de lo que
anunció en febrero. En concreto, 139 millones menos; no 3.380 sino 3.240 millones.
Es un dato a tener en cuenta, aunque el gran debate en el que está la entidad es el otro, su reestructuración.
Del plan de la entidad tiene que salir la solución para deshacerse de
activos dudosos por valor de 28.000 millones, que podría colocar en un
banco malo que no despierta ningún entusiasmo en los fondos internacionales.
El debate está en cómo adelgaza para
volver a la rentabilidad y si tiene que aumentar los despidos (de momento en 2.500).
La comisión Europea y el Mecanismo Único de Supervisión, a su vez, tienen que evaluar si el
rescate se ajusta a las normas comunitarias sobre ayudas de Estado, a las que sólo se pueden acoger entidades solventes.
Es la "recapitalización preventiva" que plantea el Ejecutivo italiano, con el fin de evitar quitas a los
acreedores privados, pero que marca a su vez un peligroso precedente. Lo mismo puede pasar con
Banca Popolare di Vincenza o
Veneto Banca, que también necesitan inyecciones de capital.
Rafael Esparza