Ley de Cambio Climático o guerra total contra los vehículos que no sean eléctricos a partir de 2040
El Gobierno Sánchez se propone una transformación radical del sistema eléctrico español, que afectará a todo: la vida en las ciudades y el campo, la movilidad o la fiscalidad. Las líneas gruesas están en ley tótem de Cambio Climático y Transición Energética, cuya propuesta ya tienen los partidos, una declaración de guerra en toda regla a todo los que no sean energías renovables, que cubrirán el 100% de la generación eléctrica en 2050 y todos los vehículos, salvo los eléctricos.
Los turismos y furgonetas de gasolina, gasoil, híbridos y de gas natural dejarán de venderse en 2040 y de circular diez años después, en 2050, lo que ha provocado ya una nueva tormenta en el sector del motor. Mario Armero, vicepresidente de los fabricantes, ha interpretado en mensaje del Gobierno como una bomba a destiempo, que solo crea confusión y penaliza un sector del que depende el 10% del PIB español. Después en un duro comunicado (en comunicado adjunto), Anfac ha rechaza por "excesiva” la prohibición a los vehículos de combustión en 2040, con un fuerte impacto negativo en la demanda, fabricación y futura adjudicación de nuevos modelos a la industria española.
Cunde la misma sensación en el resto de los sectores, como las eléctricas, a los que también ha pillado de sorpresa, aunque se trata de objetivos -habrá que ver cómo se concretan, naturalmente-, sobre un planteamiento de “ambición máxima” de la titular de Energía, Teresa Ribera, que ha negociado su propuesta solo con Podemos y llevará al Congreso para su tramitación a finales de año.
Ribera quiere que España sea 100% renovable en 2050, año, oh cielos, en el que habrán dejado de circular todos los vehículos, salvo los eléctricos
Ribera da así un salto cualitativo a sus anuncios realizados hasta ahora, precipitados y matizados, sobre el apagón nuclear, la batalla contra el diésel o la tautológica descarbonización sostenible. El enemigo son ahora las emisiones de CO2, con metas por años para cumplir con los acuerdos de París, y eso condiciona el resto, como el fin de los vehículos de gasolina, gasoil o híbridos y de gas natural. Sólo sobrevivirán lo que se muevan por hidrógeno o tecnologías 100% limpias.
Muy resumido. Los estadios intermedios antes de que el sistema energético dependa en su totalidad de las renovables, son los años 2030, 2040 y 2050. En el primero, el 70% de la generación será renovable para reducir un 20% las emisiones de CO2 respecto a 1990 (estamos ahora en un 17%). Están en juego para entonces las actuales centrales nucleares, que aportan el 20% ahora, básicamente porque esos planes implican sustituir cada año el equivalente a tres reactores para impulsar una generación de 3.000 MW anuales de potencia a partir de 2020.
Plan de máximos, también respecto a los países de la UE, sin tener en cuenta a las industrias directamente salpicadas
Antes de 2030, deberán formularle las propuestas necesarias para que las ciudades o pueblos de más de 50.000 habitantes creen zonas de bajas emisiones (antes de 2023), con el coto cerrado a los vehículos contaminantes, al tiempo que los edificios de nueva construcción deberán ajustarse a la máxima calificación energética.
En 2040 empieza la guerra contra los vehículos que no sean eléctricos, en paralelo al corte del grifo a la actividad de exploración y explotación de hidrocarburos, en tierra y agua (también el fracking). La década de 2040 es clave es esos planes para reducir las emisiones un 90% respecto a 1990.
La prohibición es primero para vender (2040) y después para circular (2050), lo que implica la creación paralela de puntos de recarga en toda la geografía nacional. La medida afectará a todos los coches -turismos, vehículos comerciales, furgonetas-, aunque la obligación de puntos de recarga afectará, de momento, a todas actuales estaciones de gasolina, que deberán instalar esa opción.
Queda la fiscalidad, que también se removerá para cortar todo tipo se subvenciones que favorezcan el consumo de gasolina, diésel y gas natural. A la homogenización de impuestos seguirá el corte de ayudas, reorientadas hacia las renovables o el coche eléctrico.