Las plantas de Alcoa en el complejo industrial de San Ciprián, perteneciente al municipio de Cervo (Lugo), son las únicas que tiene en España, tras haber vendido las de La Coruña y Avilés en 2019
De la misma manera que dos no discuten si uno no quiere, es imposible llegar a un acuerdo si una de las partes se sienta a negociar con la determinación de no llegar a ningún acuerdo. Esa es la postura de Alcoa. Y la cosa tiene bemoles: la multinacional norteamericana prefiere cerrar la planta, con el consiguiente despido de los trabajadores, a que se venda a un tercero que garantice la producción y, por tanto, los puestos de trabajo.
El último desplante de la compañía se produjo en la tarde-noche del miércoles. La multinacional no acudió a la reunión telemática convocada por la ministra Reyes Maroto para intentar evitar el cierre de la planta gallega de San Ciprián, en el término municipal de Cervo, comarca de A Mariña. La excusa, que seguía negociando con el comité de empresa. Mentira: hace días que se rompieron las conversaciones y ahora lo único que resta es revisar las actas de la fallida negociación.
Se repite la historia de las fábricas de A Coruña y Avilés, que terminaron cerrando. Y es que, el único objetivo de Alcoa es parar la producción de aluminio -parar las cubas- para poder mantener los precios en el mercado mundial. Por eso tampoco le interesa vender la planta a un tercero, aunque eso suponga evitar enviar a casa a los 500 trabajadores de la fábrica.
Los sindicatos, mientras tanto, aseguran que seguirán al pie del cañón para evitar la paralización de las cubas. “Sería algo irreversible”, sentencian.