Esto es bello e instructivo. Un instituto de un pueblo de Almería (el progresismo llega a todos los rincones de España) solicita un taller de educación sexual. A partir de ahí, nadie sabe quién es responsable de qué pero el caso es que una niña de 14 años simula una felación a un adolescente de la misma edad

Menos mal que el pin parental no es necesario.

En cualquier caso, el asunto viene al pelo para preguntarse en qué consistirá la asignatura de educación afectivo-sexual que prepara la ministra de Educación, Isabel Celaá, para el conjunto del territorio. Creemos que la felación.

Si las clases prácticas comienzan por la felación, ¿dónde acabarán?

En efecto, Santiago Abascal tiene razón: hasta ahora creía que el término era perversión de la infancia. Pero las clases prácticas tipo Almería me han demostrado que no puede hablarse de perversión sino de corrupción de menores. Perfectamente programadas.

Si el capítulo uno es la felación, ¿cuál será el segundo? ¿Y el examen final?

Le llamaban progresismo.