• Eso no quiere decir que vaya a ser el futuro gestor de la compañía pero, por el momento, ha desenredado todo lo que Felipe Benjumea enredó.
  • Abengoa ve la salida del túnel, aunque aún quedan flecos importantes por cerrar.
  • Por ejemplo, saber si toda la liquidez la aportarán los bonistas.
  • En principio, se habla de 1.500 millones de euros. La banca les había pedido entre 1.400 y 1.800 millones.
  • Al final, ¿Abengoa está salvada? No, todavía queda un largo camino por recorrer.
  • En cualquier caso, Abengoa puede sobrevivir... pero tras vender muchos activos..
  • Y ojo, porque las condiciones financieras todavía son más elevadas.
Joaquín Fernández de Piérola Marín (en la imagen) se ha convertido, en las últimas horas, en pieza clave para el futuro de Abengoa. El ex presidente ejecutivo de Abengoa México hasta noviembre de 2015 y director general de la matriz hasta el pasado martes día ocho, cuando fue nombrado consejero delegado, se ha ganado la confianza de la banca acreedora y, más importante si cabe, ha logrado poner de acuerdo a los bonistas y a las entidades, agrupadas en el G7 –tras la salida este jueves del Sabadell, G6-. En definitiva, ha desatascado lo que había atascado Felipe Benjumea. ¿Significa esto que Piérola será el que esté al frente del grupo si finalmente sale adelante? Ni mucho menos. Recuerden lo que ocurrió no hace mucho con Senén Touza en Pescanova. Una cosa está clara: el grupo andaluz ve más cerca la salida del túnel. Lo atestigua el hecho relevante remitido este jueves a la CNMV que, por cierto, confirma punto por punto lo que adelantó Hispanidad el pasado martes día ocho. Pero cuidado, la viabilidad de la compañía aún no está garantizada: todavía quedan flecos importantes por cerrar. Por ejemplo, ¿serán los bonistas y sólo los bonistas los que aporten los 1.500 millones de euros de liquidez? Recuerden que la banca les había pedido entre 1.400 y 1.800 millones. Todo hace pensar que sí –hecho relevante a la CNMV- pero todavía no se ha firmado el term sheet. Vamos a suponer que, efectivamente, se firma. Después, ¿qué? Las partes se lo presentarán al juez para solicitarle que amplíe el plazo –finaliza el 28 de marzo- para conseguir que se adhieran al acuerdo, al menos, el 75% de los acreedores. Una vez conseguido, el juez puede decir a los que no lo hayan hecho que se homologuen. Recuerden los términos del acuerdo: aportar esos 1.500 millones de euros en un plazo máximo de cinco años. Esta financiación, aportada en principio por los bonistas, tendrá un rango superior a la deuda actual –serán los primeros en cobrar- y estará garantizada con determinados activos, entre los que se incluyen acciones libres de Atlántica Yield, la joya de la corona del grupo. Y en cualquier caso, al 15%, lo que aumentará la losa que pesa sobre la compañía. Sí, Abengoa podrá sobrevivir, pero jibarizada. Por su parte, los bancos acreedores capitalizarán 4.000 millones de euros, esto es, el 70% de la deuda corporativa, lo que les dará derecho a suscribir el 35% del capital de la nueva Abengoa. A esto hay que sumar los 800 millones de euros de avales que aportarán, y que añaden otro 5% a su participación en la nueva sociedad. Al final, si se cumplen todas estas circunstancias, el accionariado de la nueva Abengoa quedará así: 55% en manos de los bonistas, 40% en poder de la banca acreedora, y el 5% restante -ampliable otro 5% si en cinco años se satisfacen todas las cantidades adeudadas-, quedará en manos de los antiguos accionistas. Los Benjumea rondarán el 2,5%. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com