• Al parecer, a ninguna empresa española le interesan las patentes  y la ingeniería del grupo andaluz.
  • Ni a ninguna empresa de ningún tipo. Sólo a enormes instituciones financieras de alcance mundial.
  • Lo peor, que Felipe Benjumea continúa callado.
Si nadie lo remedia, el futuro de Abengoa puede quedar en manos de grandes fondos especulativos. Y es que, al parecer, las patentes y la tecnología –ingeniería- de la multinacional andaluza no interesan a ninguna compañía española. Y eso que estamos hablando de una tecnología puntera en el mundo, con contratos repartidos por 20 países distintos. De hecho, ya a finales de 2013, la actividad exterior del grupo representaba el 84% de las ventas totales. Pero tampoco crean que hay empresas extranjeras interesadas en el 'know how' de Abengoa. No es así. Los únicos que han mostrado cierta predisposición a entrar en la compañía son algunos fondos especulativos. Según las últimas informaciones –diario Expansión de este viernes- Blackstone y Cerberus han puesto sus ojos en el grupo español. No son los primeros en hacerlo. Ya en agosto se filtró que los fondos Blackrock y First Reserve estaban estudiando acudir a la ampliación de capital. En cualquier caso, estamos hablando -Blackstone y Cerberus- de dos de los fondos más especulativos del mundo. Blackstone, como adelantó Hispanidad, abrió oficina en Madrid hace un año, en septiembre de 2014. Su especialidad: fusiones, adquisiciones y reestructuraciones. Cerberus es, si cabe, aún más especulativo todavía. Entre sus 'aportaciones' a la economía española se encuentra la adquisición del 50% de Sotogrande –noviembre de 2014- y la compra de un paquete de activos a la Sareb cuando Belén Romana aún dirigía el 'banco malo'. Todo, por supuesto, a precio de saldo. En pocas palabras, especulación a lo bestia. Pero, como hemos señalado más arriba, lo que está dañado en Abengoa es únicamente su reputación financiera. El mercado ha puesto en cuarentena la credibilidad del grupo desde que en noviembre de 2014 se desataron las dudas sobre su deuda corporativa. Y luego llegó el malogrado lunes 3 de agosto, con el anuncio de la ampliación de capital de 650 millones de euros, sólo dos días después de que el consejero delegado, Santiago Seage, asegurase a los analistas que la empresa no iba a realizar ninguna ampliación. En otras palabras: estamos ante el escenario idóneo para los fondos especulativos. Y lo peor de todo sigue siendo, en todo caso, el silencio de Felipe Benjumea. En situaciones como esta lo primero que hay que hacer es coger el toro por los cuernos. Y es que el silencio genera incertidumbre. Ni siquiera se ha confirmado el preacuerdo entre la empresa y Crédit Agricole, HSBC y el Santander para asegurar la ampliación de capital, anunciado en agosto. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com