“Hacer juicios de valor en debates éticos es muy personal” ha asegurado en la mañana del jueves un muy sesudo tertuliano. Se refería el susodicho al proceso de regulación de la eutanasia. Y esto es bello e instructivo porque, hasta ahora, habíamos pensado que los debates éticos, consisten, precisamente, en hacer juicios de valor, es decir, en decir lo que está bien y lo que está mal.

En este caldo de cultivo es en el que prospera la eutanasia, que es suicidio (el peor de los homicidios, pues desprecia el regalo de la vida), asistido (es decir, que en lugar de tirarte por el balcón lías a un tercero para que te mate) e innecesario, porque si en algo ha avanzado la medicina es en los cuidados paliativos.

Ya no se trata de herir cuerpos, sino de herir conciencias: la conciencia individual y la colectiva

PSOE, Podemos y Ciudadanos se apuntan a la cultura de la muerte (nunca he comprendido lo de ‘cultura’ pero dejémoslo así), con mayor o menor entusiasmo. El PP de Pablo Casado, parece haber reaccionado bien.

Y es que ya no se trata de herir cuerpos, sino de herir conciencias: la conciencia individual y la colectiva. Se trata de la atracción por la muerte.