El jueves 3 de septiembre ha supuesto una nuevo paso en la evolución radiante de la primera banquera del país hacia el más esplendoroso progresismo. Ha confesado, sin despeinarse, que se apunta al discurso del lunes de Pedro Sánchez, probablemente uno de los más cursis de todo su mandato, donde dejó claro que humanidad, como madre, sólo hay una, y que de ‘una’ viene unidad.

En un salutífero viraje, la presidenta del Santander se inclinó hacia la glosa sanchista de María Jesús Montero, la cual hizo entre zasca y zasca a Pablo Casado, en la mañana de este jueves, Botín se ha apuntado a los “presupuestos feministas” de la portavoz del Gobierno. Ojo al dato: “queremos una economía inclusiva, sostenible, digital y, cómo no, más feminista”. ‘Usease’, verbigracia, los Presupuestos feministas de Marisú. Nadie sabe aún qué es un presupuesto feminista ni tampoco un presupuesto machista pero no lo duden: la respuesta, el eureka, se espera a cada instante.

Por lo que se conoce hasta el momento presente, a la economía, lo que se dice economía, el feminismo sólo le ha aportado una feroz caída de la natalidad y el correspondiente envejecimiento de la población, lo que apunta directamente a la quiebra del sistema de pensiones y del Estado del Bienestar. Así que, adelante con los presupuestos feministas.

Por cierto, estas loas de la banquera al presidente no acaban de satisfacer al cerebro de La Moncloa, el único cerebro del complejo, es decir, a Iván Redondoel Gobierno exige al Santander que El País vuelva a ser el de Soledad Gallego-Díaz. El resto es secundario.