Viernes 24 de noviembre. Manuel Azuaga presenta su renuncia como presidente, ya no ejecutivo, de Unicaja. Esos son los términos empleados en el Hecho Relevante enviado por la entidad a la CNMV: ni cese ni dimisión, "renuncia". Lo cierto es que tras la salida de Manuel Menéndez (Liberbank), Azuaga tenía mandato hasta 2025, y ya no como ejecutivo, pues esas funciones habían sido delegadas en el ceo, Isidro Rubiales, sino como coordinador del Consejo de Administración, que exige menos dedicación.

Por eso ha sorprendido que se marche ahora y deje, sólo ante el peligro, a Rubiales. No es así, dado que Rubiales cuenta con el apoyo del representante de la Fundación bancaria Unicaja, José Manuel Domínguez, el hombre que realmente expulsó a Liberbank y volvió a imponerse como primer accionista de Unicaja.

La primera reacción de la bolsa no fue positiva. Tampoco con desmesura pero al dinero, siempre cobarde, no le gustan las noticias inesperadas. Y la verdad es que apenas unos meses después de haber ganado la batalla y siendo que ya no era ejecutivo, se entiende mal la marcha de Azuaga. Pero precisamente porque ya no es ejecutivo la bajada de la cotización es muy poco perceptible.

Mientras se nombra un sucesor, Rubiales tiene dos objetivos: el primero, mejorar la rentabilidad. Es el momento y, como ya hemos dicho en Hispanidad, está dispuesto a sacrificar incluso algo de liquidez para lograr ese objetivo.

Y es que Unicaja ha sido el banco más perjudicado por el impuestazo, esa genial figura impositiva del Gobierno Sánchez que castiga los ingresos y no los beneficios.

¿Y ahora qué? Pues ahora la idea es mantener la independencia. Pero para ello, Unicaja necesita mejorar su rentabilidad. Importante: que Moreno Bonilla no cometa el error de pretender controlar Unicaja. Es cierto que en su día fue un oscuro objeto de deseo y un instrumento por parte del PSOE andaluz, que lo consideraba un predio suyo. Tanto Braulio Medel como Manuel Azuaga miraban a la izquierda. Pero ahora mismo lo mejor es que Unicaja se consolide como la sexta entidad bancaria española, sin mirar ni a izquierda ni a derecha y sin pensar en fusiones. Y no soy el único que se teme un movimiento del actual patriarca de Andalucía. Sobre todo, si es cierto lo que se comenta en los pasillos de Unicaja: que Azuaga no se encontraba cómodo al haber pasado de presidente ejecutivo a reina madre y que por eso se marcha. Sea quien sea el presidente no ejecutivo que sustituya a Azuaga, el dúo de poder debe estar compuesto por Domínguez en la propiedad y por Rubiales en la gestión.