Antonio Brufau, presidente de Repsol, tiene claro cómo se debe hacer la transición energética, pues considera que “no puede desligarse del desarrollo económico y del crecimiento inclusivo”, usando distintas tecnologías y alternativas, y no sólo a través de la electrificación, que “no está al alcance de todos ni es solución para todos” (y más teniendo en cuenta los récords de precios que vivimos). Además, ha advertido que “hay que avanzar deprisa en la descarbonización, pero sin condicionar tecnología y sin destruir industria”.

El presidente de la compañía multienergética ha señalado que aunque son muchas las empresas y gobiernos comprometidos con la lucha contra el cambio climático, debe haber un “equilibrio entre lo urgente y lo necesario, entre los riesgos y oportunidades a corto y largo plazo”, para que haya una transición “justa, ordenada e inclusiva”. También hay que afrontar el “enorme reto de conciliar ambas cosas, dar la bienvenida a nuevas soluciones, sin excluir a ninguna y no basarse en una única fuente de energía”, algo que además puede contribuir a que España tenga más independencia energética y por ende más garantías de suministro, quedando así menos expuesta a energías que puedan verse afectadas por factores geopolíticos (como se está viendo ahora con el petróleo y el gas natural, especialmente). Además, ha destacado que fabricar de cemento, acero o plástico genera el 31% de las emisiones de CO2, mientras la producción y el consumo de electricidad emite el 27%; los cultivos agrícolas y la ganadería, un 19%; los desplazamientos en transportes, un 16%; y los sistemas de calefacción o enfriamiento de los hogares, un 7%.

La primera planta de biocombustibles avanzados tendrá una producción de 250.000 toneladas al año, que reducirán 900.000 toneladas de CO2 al año, lo que equivaldría a un bosque de una extensión de 180.000 campos de fútbol

Este lunes, Repsol celebra en bolsa el alza del crudo -el barril de Brent supera los 121 dólares, pero ha llegado a picos de 139 dólares-, en su cotización  (+4,5%) y el inicio de la construcción de la primera planta de biocombustibles avanzados en su refinería de Cartagena. Se trata de “un activo industrial de primer orden para Repsol, Murcia y el conjunto de España”, ha referido Brufau, y el nuevo proyecto refleja el “compromiso con la región y con la industria de España”. Antonio Mestre, director de la refinería de Cartagena, ha explicado que en la primera planta de biocombustibles avanzados se invertirán 200 millones de euros para lograr una producción de 250.000 toneladas al año, que reducirán 900.000 toneladas de CO2 al año, lo que equivaldría a un bosque de una extensión de 180.000 campos de fútbol. Asimismo, ha referido que mientras los combustibles de primera generación se obtienen a partir de cultivos agrícolas alimentarios, mientras los de segunda aportan ventajas adicionales en descarbonización y provienen de los residuos de cultivos e industrias agroalimentarias y de la fracción orgánica de residuos urbanos.

Entre los combustibles avanzados que se producirán en Cartagena están el biodiésel o el biojet, que “no requieren modificar los sistemas de combustión de los vehículos, ni la logística de las refinerías, ni las instalaciones de repostaje y distribución”, ha subrayado Mestre, y que permiten descarbonizar ámbitos donde la electrificación es más compleja o no es posible: el sector naval, el aéreo y el transporte pesado por carretera. Además, con la producción de biocombustibles se prevé dar una segunda vida a 300.000 toneladas de residuos que llegarán al puerto de Cartagena, una de las cuatro zonas del proyecto, las otras estarán dentro de la refinería: la unidad de hidrotratamiento, la de producción de hidrógeno y el área de depósitos para el almacenamiento de los biocombustibles. En la construcción del proyecto participarán 800 personas, con puntas de 1.000, y 240 empresas (el 46% locales y regionales), y cuando se finalice, habrá “30 nuevos puestos de trabajo directos para Repsol que tendrán un efecto multiplicador de más de 480 entre indirectos e inducidos”.

Los biocombustibles avanzados “no requieren modificar los sistemas de combustión de los vehículos, ni la logística de las refinerías, ni las instalaciones de repostaje y distribución”, y ayudan a descarbonizar el sector naval, el aéreo y el transporte pesado por carretera

Paralelamente, Repsol acaba de llegar a un acuerdo con Navantia para desarrollar distintas soluciones innovadoras que permitan descarbonizar el transporte marítimo, y colaborarán en evaluar nuevos combustibles líquidos de baja huella de carbono. La primera trabaja en la descarbonización de dicho sector desde 2014, suministrando gas natural licuado (GNL) a barcos. Actualmente está construyendo terminales de suministro de GNL en los puertos de Bilbao y Santander, desde las que suministrará a parte de la flota de Brittany Ferries, que cubren las rutas entre estas ciudades españolas y la inglesa Portsmouth.

Por último, conviene destacar que Repsol sigue teniendo la ambición de acelerar en generación renovable y para ello ha abierto su negocio renovable a la entrada de un socio que tendrá una participación minoritaria. Hay mucho interés en este negocio y en la puja han entrado entre otros: los fondos Predica, Mirova y Omers, las aseguradoras Axa y PGGM, y Pontegadea, el vehículo inversor de Amancio Ortega, según Cinco Días. Repsol busca un socio que aporte valor y les permita acelerar en dicho negocio, al mismo tiempo que irá dando entrada a socios en proyectos fotovoltaicos y eólicos que vayan entrando en operación, como ya sucedió en Delta: entró Pontegadea al adquirir un 49%. No se puede olvidar que el brazo inversor de Ortega está en plena diversificación, pues ya no sólo le interesan los inmuebles, sino que ha recuperado el apetito por la energía: ha entrado en Red Eléctrica y la lusa REN hace unos meses y en Enagás en diciembre de 2019.