Alberto Núñez Feijóo es ya un clásico del Congreso de la Empresa Familiar, que este año se celebra en Burgos. Durante su intervención, el líder del PP prometió bajar los impuestos, y eso está muy bien, pero no el gasto público, lo cual nos deja un pelín preocupados porque la deuda pública se situó en los 1,68 billones de euros en julio y urge reducirla.

“Se recauda más y nadie sabe para qué”, afirmó. “Si los españoles pagan más, tenemos que recibir mejores servicios. Menos afán recaudatorio y más calidad en el gasto”, señaló. “Bajaremos impuestos porque se pueden bajar si se gasta mejor y si nadie en el Gobierno malgasta”, explicó.

Faltó la puntilla: reducir el gasto público que, desde el Covid, está completamente desbocado hasta rondar los 1,7 billones de euros, como hemos dicho antes. En esta línea, el esfuerzo fiscal de los españoles está llegando al máximo soportable, después de 97 subidas de impuestos en los últimos años, 6 subidas del impuesto de Sociedades y después de los 16 nuevos impuestos que afectan a empresas de forma directa o indirecta, como recordó Feijóo. ¡Ah! y 15 subidas de cotizaciones sociales que podrían ser 16 si se aprueba la última ocurrencia contra los autónomos, que sería la décima subida para ellos.

A lo que sí se comprometió Feijóo es a reducir la burocracia: “Por cada nueva norma eliminaremos tres”, afirmó. Falta hace porque, según el Instituto de Estudios Económicos, en 2024 se publicaron 1,3 millones de páginas de normativas estatales, autonómicas y municipales, es decir, 3.500 páginas al día. Demasiado.

Hay que reducir el gasto público y hay que hacerlo cuanto antes.