Carlos Torres tiene un problema: alguien tiene que ir a la cárcel y FG no está por la labor
Falta poco más de un mes (24 de septiembre) para que el BBVA acuda a declarar como investigado en el caso Villarejo. La entidad está imputada, como persona jurídica, por los delitos de cohecho, descubrimiento y revelación de secretos, y corrupción en los negocios. Casi nada. Además de imputar al banco, el juez Manuel García Castellón rechazó la petición de la entidad de personarse como perjudicado en la causa. Lógico.
La imputación del BBVA -que beneficia a Francisco González (FG), aunque no lo parezca- tiene su importancia porque, entre otras cosas, cierra el cerco al presidente. Carlos Torres, ahora sí, tiene un problema serio: alguien tiene que ir a la cárcel y FG no está por la labor, como se pueden imaginar. En cualquier caso, no se precipiten porque, como es lógico, primero se tendría que probar su culpabilidad -es inocente hasta que se demuestre lo contrario- y recuerden que, hasta el momento, FG ni siquiera figura entre los imputados.
A Torres se le ha cerrado el cerco, se siente acorralado. Está entre FG, a quien ha defendido a capa y espada, y el banco que preside. En ese contexto es en el que, según El Economista, se descubre que la investigación interna que comenzó el BBVA en mayo de 2018 y que intensificó el pasado enero, trata de exculpar al banco, al ex jefe de Seguridad, Julio Corrochano, y a la plana mayor de la entidad, entre los que está Ángel Cano, CEO entre 2009 y 2015.
Ahora bien, la historia no termina en la Audiencia Nacional, ni mucho menos. Una vez puesto en marcha el proceso judicial, lo importante es saber qué va a ocurrir con el BBVA. En el BCE ya no confían en Torres, pero han dejado de pensar en Jaime Caruana y en José Manuel González-Páramo como posibles sustitutos. En Fráncfort ya están pensando en relevar a Torres mediante una fusión.
Y sí, Bankia es la mejor situada. Se matarían dos pájaros de un tiro: la privatización de la entidad, por un lado, y el relevo de Torres, por otro. Y, además, asumiría el mando José Ignacio Goirigolzarri, el preferido por el PNV y con buena prensa en el Gobierno Sánchez.
