Es tiempo de persecución a los católicos, también en España, ahora focalizada en la retirada de las cruces que hay en espacios públicos, o en privados que puedan tener repercusión pública que, naturalmente, la tendrán, si se aprueba finalmente la Ley de Memoria Democrática del Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez. De momento, la ley que rige es la de Memoria Histórica del gran estadista y mejor contador de nubes, José Luis Rodríguez Zapatero.

Concretando: el portavoz de Compromís per Castelló, Ignasi García, junto al diputado nacional, Joan Baldoví, y la portavoz del partido nacionalista en las Cortes Valencianas, Mónica Álvaro, insistió el martes en su intención de retirar la Cruz del parque Ribalta, en Castellón, porque, según él, es un símbolo franquista.

Vamos a ver, don Ignasi: ¿Cómo va a ser la Cruz un símbolo franquista si tiene más de 2.000 años de antigüedad, es decir, los que han pasado desde que Cristo murió en ella para salvarnos de la muerte del pecado? La determinación de García recuerda al que vendía crucifijos del año 400 antes de Cristo.

Lo que persigue el Gobierno formado por Compromís, el PSPV y Unides-Podemos es acabar con todos los símbolos cristianos y muy especialmente con los católicos.

La ofensiva comenzó el año pasado, pero tuvo que suspenderse por la petición al juez de la Asociación de Abogados Cristianos, que solicitó medidas cautelarísimas ante la inminente retirada de la cruz por parte del Ayuntamiento.

Es tiempo de persecución y ahora van a por las cruces: esta de Castellón, la del Valle de los Caídos, la de la Plaza América, en Cáceres...

En resumen: la cruz de Cristo tiene 2020 años de antigüedad y es el símbolo de la Iglesia católica. El Franquismo nació 1.939 años más tarde pero Ignasi, un intelectual, repite la estupidez de otro intelectual de enjundia: el secretario de Estado, Fernando Martínez, quien justificó el proyecto de derribar la cruz más grande del Mundo en que era La obsesión de la izquierda por destruir la cruz de Cristo empieza a adquirir tintes psiquiátricos o de verdadera persecución cristófoba. El resto lo hace la ignorancia.