En la víspera de la noche de los muertos vivientes el zombie Prisa ha presentado sus resultados correspondientes al tercer trimestre de 2018. No podía haber elegido mejor fecha para ello. Es verdad que, al cierre de 30 de septiembre de 2018, ha conseguido, tras muchos años de pérdidas, un resultado positivo. Finalmente, ha cosechado un beneficio de 20 millones de euros, que el año anterior, a igual fecha, era de 35 millones de euros de pérdidas. No cabe duda de que es una buena noticia para sus accionistas, a pesar de la muy preocupante situación que sigue arrastrando la compañía y que no parece sino un encarnizamiento terapéutico con un enfermo terminal.

De hecho, ni tan siquiera con sus primeros beneficios consiguió que el valor subiera en bolsa lo mismo que el Ibex35.

El negocio es un desastre y la gestión también. Convencidos de que Prisa puede ser un moroso permanente... a costa del dinero de los demás

Todo sigue siendo malo en el muerto viviente: sus ingresos han caído, comparando los cierres de 30 de septiembre de 2018 y de 2017, en casi un 6% y su resultado bruto de explotación en un porcentaje casi igual. La capacidad de generar liquidez del negocio es casi nula y la mejora en la situación financiera que presenta su balance se debe a la ampliación de capital, de alrededor de 500 millones de euros de este año por conversión de deuda (¡qué remedio! Si no vas a cobrar, por lo menos que no te chulee la propiedad). Así, prácticamente ha desaparecido la deuda bancaria a corto plazo que ahora es a largo o se ha convertido en capital. Esto ha permitido presentar por primera vez al grupo una posición líquida positiva, es decir: retrasar la suspensión de pagos que venía siendo inminente. Sin embargo, sorprende, y mucho, que en esta situación se sigan pagando dividendos (24 millones de euros) a los accionistas, básicamente con cargo a las desinversiones (22 millones de euros) del ejercicio.

El balance se consolida gracias a la ampliación de 500 millones de euros. Ampliación forzosa, que se trataba de convertir la deuda en capital

Mucho más preocupante aún este año es el fuerte crecimiento de la partida de fondos de comercio: crece en 320 millones de euros, un 187%, que además no se entiende en una empresa que está en un claro proceso de reducción de activos. Los fondos de comercio (humo en empresas en cuasi liquidación como es ésta) representan junto con los activos por impuestos diferidos (de difícil recuperación si la actividad cesa, lo que es muy probable) el 42% de los activos totales de la compañía. Preocupa además el fuerte crecimiento de las existencias (casi se doblan, +69 millones de euros) en una entidad que no viene produciendo precisamente más, lo que podría ser un indicativo de un no reconocimiento de gastos, y el crecimiento de los saldos de deudores comerciales en esta misma situación, lo que podría serlo de una importante morosidad. 

Así las cosas, en un escenario de liquidación, los acreedores lo tienen muy complicado para recuperar algo. Seguiremos informando de la agonía.

Y luego está la chufla de disparar el fondo de comercio

Por último, la presentación de resultados presenta la misma claridad de ideas que un editorial de El País y eso no hace más que sembrar desconfianza en los analistas. Claridad poca y confusión mucha. 

El negocio es un desastre y la gestión también. Pero los gestores saben que Prisa no puede morir. Los demás sí, pero ellos no. Ni se esfuerzan en disimilarlo. Se puede vivir en la quiebra permanente… si eres El País o la SER. A ver quién se atreve a llevarte al concurso de acreedores.