Johannes Bahrke, portavoz de la Comisión Europea, nos dejó a todos helados, el pasado lunes 9, cuando aseguró que la Comisión de la Verdad que ya ha creado, a través del BOE, el gobierno Sánchez para controlar las ‘fake news’ o bulos de Internet, no atenta ni contra la libertad e prensa ni contra la libertad de expresión.  

“A bodas me convidan”, han pensado en Moncloa. Ahora ya no hay barreras para desplegar, con la inestimable ayuda de los censores del Nuevo Orden Mundial (NOM), los Facebook, Twitter y Google, así como al red global progre creada por el muy filántropo George Soros, con terminales de censura en España (Maldita.es, Newtral y la propia agencia EFE), la nueva censura en una Internet que no podían controlar.

Primero fueron los delitos de odio, ahora los bulos: la dictadura progre ya ha colocado su mordaza, sólo se podrá decir lo políticamente correcto

El español, el más europeísta de todos los europeos, yo el primero, siempre ha mirado a Bruselas como un predio de sensatez, que está ahí para poner coto a las locuras nacionales. Por ejemplo, a las locuras del tándem Picapiedra, de Pedro y Pablo. Pues bien, Juan Español anda errado.

Los delitos de odio y ahora las ‘fake news’ constituyen las dos grandes arietes contra la libertad de prensa y la libertad de expresión. Es decir, contra la libertad del periodista y la libertad del ciudadano para decir lo que piensa. Esta segunda parte -la libertad de expresión es más importante que la libertad de prensa- es la más relevante. Quien no cae en la cuenta de ello es porque le asusta el patio de comadres en el que se han convertido las redes sociales. Pues no debería: las redes sociales constituyen, un paraíso de libertad, donde se puede leer todo lo mejor y todo lo peor, como siempre ocurre con la libertad.

El problema de la Unión Europea es que es una unión de castas políticas, no de pueblos. El portavoz Bahrke defiende el interés de esa clase política, no a los europeos

Ahora bien, ha llegado el momento en el que son los propios creadores de esas redes sociales quienes pretenden que no se les vaya de las manos el negocio y recortan la libertad con la excusa de luchar contra los bulos. Y Google, que ha hecho depender su millonario negocio de los millonarios Facebook y Twitteer, no es una excepción.

En cualquier caso, primero fueron los delitos de odio, ahora los bulos: la dictadura progre ya ha colocado su mordaza con dos excusas presuntamente nobles, que la gran mentira de la censura siempre vende en nuestra defensa de la verdad. El primer ataque fue otra gran mentira -los delitos de odio para presuntamente defender al débil-, cuando lo que se defendía, con la fuerza del Estado represivo, eran los intereses del lobby de la ideología de género, en particular del lobby gay y del lobby feminista.

La evangelización necesita libertad de expresión y la había encontrado en Internet

Y encima ahora Bruselas les da la razón a los embusteros que se están enriqueciendo con la presunta lucha contra los bulos. Yo no sé si lo de Ursula von der Leyen es maldad o necedad, pero esta mujer debería analizar su deriva totalitaria.

El problema de la Unión Europea es que es una unión de castas políticas, no de pueblos. El portavoz Bahrke defiende el interés de esa clase política, no defiende a los europeos.

¿Cómo creer en una Europa censora y manipuladora? ¡Te has lucido Johannes!

Y sí, esto tiene que ver con la descristianización de Europa. Entre otras cosa, porque la evangelización necesita libertad de expresión y la había encontrado en Internet. No es que los censores vayan a poder cerrar ese camino, nunca lo conseguirán, pero esto ya empieza a resultar ligeramente molesto porque, además, plantea otro problema: ¿cómo ser europeísta en un europeísmo censor?