Ha muerto el rey consorte de Gran Bretaña, Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, a los 99 años de edad. Tuvo un papel fundamental en la educación de sus hijos, y espero que de esto nadie extraiga conclusiones precipitadas. El comunicado de la Casa Real asegura que ha muerto ‘pacíficamente’, un término que achaco a un problema de traducción.

Se le consideraba el Monarca -monarca consorte- más próximo a los planteamientos del Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir de la nueva masonería, uno de los adalides de ese proyecto NOM, consistente en la creación de una religión universal, instrumento fundamental para un gobierno global, la máxima aspiración de la nueva masonería.

Dos detalles para demostrar lo anterior: en noviembre de 2009, Felipe de Edimburgo hizo de anfitrión en la Alliance of Religions and Conservation (ARC).

En esa reunión, en el mismo castillo donde ha fallecido este viernes 9 de abril, Felipe de Edimburgo agrupó a representantes de todas las religiones, incluidas las más majaderas, naturalmente en paridad de estima: la Iglesia Católica pintaba tanto como, por ejemplo la secta Sikh o la Iglesia Autocéfola Ortodoxa Polaca.   

De allí surgieron los Documentos de Windsor, con cuestiones tan profundas como la formación ecológica de los curas o el sistema verde para la construcción de iglesias y capillas. ¡Ah!, y salvar al Río Hudson. En pocas palabras, una propuesta a todas las religiones para que adorasen a un nuevo dios, llamado Planeta.

Felipe de Edimburgo fue el impulsor de los Compromisos de Windsor, un especie de credo panecologista, es decir, materialista… firmado en el palacio real británico

Naturalmente, el NOM asumió tan elevada iniciativa en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNOUD) con el apoyo del Banco Mundial y la ecologista WWF, que no sólo se preocupa del oso panda.

Pero el fruto más granado de Felipe de Edimburgo en tantos años de servicio a la nueva masonería global fue muy anterior, en el siglo XX, cuando, en pleno Foro de Davos, Hans Küng -ya saben, el hombre que nunca quiso ser Papa para no perder su don de la infabilidad- su Ética Planetaria, chifladura mezcla gnosis, New age, buenismo y otras majaderías, el rey consorte prólogo la maga obra del humilde teólogo alemán, quien calificó la nueva religión como “una síntesis superadora de todas las religiones del mundo”. El primer converso que tuvo Küng, algunos sospechan que el último, fue el rey consorte de Inglaterra.

Por cierto, Hans Küng murió dos días antes que Felipe de Edimburgo, a los 93 años de edad.

Eso sí, si alguien ha pensado que la masonería atiende a sus mayores anda un poco equivocado. La decadencia de Felipe de Edimburgo comenzó hace una década y desde entonces abandonó la telaraña del NOM, Bueno, a lo mejor prescindieron de él.

En cualquier caso, un masoncete NOM como esposo de la Papisa de la Iglesia Anglicana: ¡Qué fuerte!