Termino de leer la tercera encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, y ya me he atragantado con multitud de comentarios procedentes de todos los bandos. Bueno, si lo prefieren, de dos bandos, que vamos a definirlos como progres y ortodoxos.

Y es entonces cuando me pregunto: ¿pero qué puñetas lee esta gente, los unos y los otros, y cómo se leen, en general, los textos de este Papa?

Entre los ortodoxos, la ‘pega’ más habitual estriba en el concepto de fraternidad, nuclear en la encíclica. Y tienen razón: es un concepto más masónico que cristiano, por la sencilla razón de que no puede haber hermanos sin padre, y el busilis del cristianismo es el hombre convertido por la redención en hijo de Dios. El mandamiento de amar al hermano como a uno mismo es sólo una consecuencia del mandamiento de amar a Dios, Padre, sobre todas las cosas.

Ahora bien, lo que los ortodoxos no entienden y los progres no comprenden es que todo el papado de Francisco puede resumirse así: salvar lo salvable.

En la mayor crisis de la historia de la Iglesia, este Papa secuestrado por el mundo, y mucho me temo que por más de uno de quienes le rodean, no encuentra otra manera de predicar a Cristo que cristianizando el amor humano -la fraternidad- hasta introducir por esa vía el amor divino, la caridad: trabajo de Hércules.

¿Extraño? Sí, mucho, pero es que estamos en una época muy especial, en la mayor crisis de la historia del Cristianismo, que ya cuenta con 2020 años de historia.

Por lo demás, este Papa en ningún momento pone en solfa la doctrina. Por ejemplo, la izquierda pinchauvas, por ejemplo, Pedro Sánchez, no se ha leído la encíclica, pero como el propio Papa declaró que se trataba de una encíclica “social”, han cogido el rábano por las hojas y aseguran que el Papa está justificando sus políticas económicas. Curioso.

Se olvidan de su condena del aborto, o del relativismo: “No hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas […] no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes”.

Es más, habla como esos papas -todos- que se sienten en ‘posesión de la verdad’: “Cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos a evitar”.

Socialistas y podemitas, sin leerse la encíclica, han intentado apropiársela… y han hecho el ridículo

O sea, que el progre Francisco es de los que “se creen en posesión de la verdad”.

No le gusta el liberalismo a Fratelli Tutti, pero me temo que se trata de un término equívoco. El propio Juan Pablo II también condenó el neoliberalismo. Ahora bien, con ello, tanto Wojtyla como Bergoglio se referían a dos cosas. Por una parte, al estado servil, aquel invento de Hilaire Belloc, que se define por olvidar la pequeña propiedad privada y que afecta tanto al capitalismo como al socialismo. Por otra, liberalismo y capitalismo no son lo mismo. Liberal es el defensor de la propiedad privada, mientras el capitalista defiende la empresa privada y los mercados. ¿Es lo mismo? No, Chesterton ya respondió a esa pregunta con un ejemplo definitivo: el carterista puede resultar un gran defensor de la libertad de mercado pero nadie le considerará un gran defensor de la propiedad privada. 

Critica la especulación financista, pero eso no es nuevo. Recuerden que fue Juan Pablo II quien habló de la sociedad financista, especulativa.

Critica la globalización meramente económica, es decir, la libertad de movimientos de capitales y mercancías, mientras esa misma libertad de movimientos no existe para las personas. Pero recuerden, el único que hoy se opone a la globalización económica es Donald Trump. Pedro Sánchez, como Xi Jinping, considera que globalización es modernización. El Papa Francisco, en este punto, con quien está es con Trump, bien que por otros motivos.

Para entender a Francisco: puede hacerlo mejor o peor pero actúa con rectitud de intención. Esta es la clave

En cualquier caso, el Gobierno sociopodemita español ha interpretado la encíclica Fratelli Tutti como el respaldo papal a su programa de Gobierno, algo así como el vademécum sociopodemita contra el neoliberalismo opresor. ¿Creen ustedes que Sánchez o Iglesias, o el amigo Monedero, gran ideólogo, suscribirían esta parte de la oración final del texto papal: “Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, para verlo crucificado en las angustias de los abandonados y olvidados de este mundo y resucitado en cada hermano que se levanta”?

Sí fraternidad… ¡pero amando a los demás tras reconocer en su rostro a Cristo… y éste crucificado! Es decir, amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo a como a ti mismo. Por ese orden. Igualito que Sánchez e Iglesias, ateo el uno, comunista el otro. 

Estoy convencido de que esto es lo que mueve a los alabadores rogelios y progres de Fratelli Tutti, como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón o Pablo Echenique: el amor a Cristo crucificado.

Perdonen la grosería, pero como dicen en la Ribera navarra, que son un poco brutos: 

¡Sí, por la pichorra!

Ortodoxos: menos atacar a Francisco y más rezar por Francisco, que sois un poco soberbios. Progres: menos utilizar al Papa y más conversión de corazón... que sois bastante cabrones

Francisco no es un Papa masón: es un verdadero Papa que ha cogido prestado el concepto de fraternidad humana y ha intentado elevarlo al mucho más alto concepto de caridad cristiana. No le arriendo la ganancia pero es lo que tenia que hacer.

¿Yo lo hubiera hecho así? No. Pero ¿qué importa lo que yo haga? Si no coincido con el vicario de Cristo en la tierra es que el errado soy yo.

Insisto: los papas no tienen por qué gustarnos. No son nuestros discípulos, son nuestros maestros. Debemos sentir hacia ellos afecto filial. Lo otro, por muy bien intencionado que sea, es puritita soberbia.

¿Eso significa que me tenga que gustar cómo hace las cosas Francisco? No, uno es más primario, más partidario del garrote que de la sutileza.

Pero lo que no se puede permitir es que los ‘ortodoxos’ duden de la rectitud de intención de Francisco. Sobre todo, porque de esa actitud se aprovecharán los otros, los progres… y en éstos no hay engaño: lo que hay es muy mala leche. Y están deseando que los ortodoxos les hagan el trabajo. Los progres quieren el papado. A lo mejor los ortodoxos se lo ofrecen en bandeja.

Ortodoxos: menos atacar a Francisco y más rezar por Francisco, que sois un poco soberbios. Progres: menos utilizar al Papa y más conversión de corazón… que sois unos auténticos cabrones.

Y sobre todo, para entender a Francisco hay qie tener un cosa muy clara: este Papa puede hacerlo mejor o peor pero actúa con rectitud de intención. Siempre. Hace lo que cree que debe hacer para mayor gloria de Cristo.. Esta es la clave. Y la confusión de la que se le acusa no la crea él, sino sus glosadores.

Un consejo: yo he tardado varios días en leer la enciclica. Haga usted lo propio: no escuche las noticias o críticas sobre Fratelli Tutti: léala. Tómese esa molestia y comprenderá lo que digo porque comprenderá qué es lo que realmente dice Francisco. Sí, utiliza el término 'fraternidad'. Yo no lo habria hecho, pero cuando lees en primera persona para qué ha utilizado ese resbaladizo concepto, te das cuenta de que Francisco todo lo hace para intentar, no ya que los ateos crean o que los impíos se arrepientan, sino que, por lo menos, los primeros se planteen su vida y los segundos se la replanteen. Porque insisto, no vivimos tiempos de "normalidad": vivimos la mayor crisis de la historia de la Iglesia, vivimos en la era de la blasfemia contra el Espíritu Santo.