Se trata de dar cobertura legal a la blasfemia creciente en España. Los ataques a la procesión en Valladolid, las profanaciones continuas, y en ascenso, a los sagrarios, no son algo que disguste en Moncloa ni en Ferraz: todo lo contrario. Nunca, en toda la historia democrática española, habíamos tenido un presidente tan cristófobo como Sánchez, más aún que Zapatero.

Así que, a despenalizar los insultos a la religión católica, siendo que casi un 70% de los españoles se dice católico.

Las demás religiones no, esas merecen todo el respeto de don Pedro Sánchez (CIS). 

Para mí, que la Conferencia Episcopal no debería callar.