En 2016, Trump obtuvo 63 millones de votos (casi 3 millones menos que Hillary Clinton) mientras en 2020 va a conseguir 69 millones, seis millones de votos más. Lo malo es que a Joe Biden le van a votar 72 millones de estadounidenses. Ergo, ¿Estados Unidos se está volviendo progre? Pues claro, como toda la humanidad. Aunque es cierto que los norteamericanos resisten el avance de la idiocia mejor que Europa.

La victoria demócrata supondrá un gran reto para el Papa Francisco: deberá enfrentarse a la primera potencia mundial, regida ahora por el peor de todos los posibles, un católico abortista

Por eso el mundo va tan mal. Recordemos la definición de progresismo: Abajo los curas y arriba las faldas. Esto es: la verdad no existe, porque cada cual camina por la vida ligeramente despistado, pendiente del flujo de percepciones sensoriales inmediatas primarias, sin un plan de acción que serene los espíritus.

Y lo de ‘arriba las faldas’ supone un hedonismo de lo más ramplón que, al final, resulta tristísimo, porque acaba en el sexo sin concepción y en la concepción sin sexo, como “experiencia” y rompiendo el sentido mismo de la paternidad y de la conservación de la especie, en la convicción de que la vida es bella. Precisamente, la ausencia del sentido y significado de la paternidad es el veneno que acaba por romper las sociedades. Los progres no son muy alegres, que digamos.

¿Continuarán los sacerdotes negándole la comunión a un Joe Biden presidente? Deberían hacerlo: su abortismo resulta un verdadero escándalo

Lo de Donald Trump ha supuesto una verdadera hazaña. Era el bastión contra el progresismo, que es algo más importante que una ideología: es una actitud general, propio de la imbecilidad global que vive la humanidad en sus horas más críticas.

Lo que quiero decir es que con Joe Biden en la Casa Blanca, llegará a la cima esa imbecilidad global conocida como progresismo. Trump, el último bastión contra esa uniformidad progre universal, hace bien en resistir y en denunciar el más que probable fraude electoral. Después de una cacería de cuatro años, ¿ha habido tongo? Seguro que sí. Contra el anti-progre Donald valía y vale todo y ese personaje hipócrita llamado Joe Biden, llegado por carambola al liderazgo demócrata no ha necesitado ofrecer propuesta alguna: simplemente su “Trump no”.

Recuperada la Casa Blanca para el progresismo homicida, la humanidad debe prepararse para la madre de todas las batallas… que será religiosa, como siempre

Al mismo tiempo, la victoria demócrata supondrá un gran reto para el Papa Francisco: deberá enfrentarse a la primera potencia mundial, regida ahora por el peor de todos los posibles, un católico abortista. En efecto, el enemigo del progresismo es el cristianismo, que sí cree en algo: en Cristo.

Un ejemplo: ¿continuarán los sacerdotes negándole la comunión a un Joe Biden presidente? Deberían hacerlo. Su abortismo, sin ir más lejos, constituye un verdadero escándalo, motivo más que suficiente para negarle el acceso a la Eucaristía. Y ahora ya no es el ciudadano Biden, ahora es el presidente Biden.

Primer rasgo de caradura progresista de Joe Biden: liquidado Trump ahora pide unidad a los estadounidenses

No olviden que, recuperada la Casa Blanca para el progresismo homicida, la humanidad debe prepararse para la madre de todas las batalla, que será religiosa… como siempre. Toda las guerras son guerras de religión. En concreto, guerras en ataque y defensa de Cristo.

Por lo demás, ya nos hemos topado con el primer rasgo de caradura progre de Joe Biden: liquidado Trump ahora pide unidad a los estadounidenses. Después de haber masacrado a Trump, en una verdadera cacería que se ha alargado durante toda la legislatura, donde los demócratas no han dudado en aliarse hasta con el demonio, con tal de hundir al presidente.

Y tranquilos: ya no habrá más saqueos contra la ‘violencia policial’: ya hemos echado a Trump, ya hemos conseguido el poder

Y tranquilos: ya no habrá más saqueos contra la “violencia policial y racial”: ya hemos conseguido el poder. El Black Lives Matter desaparecerá como por ensalmo e incluso el virus se mostrará más bonancible con los norteamericanos.

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