La fusión Caixabank-Bankia ha sido una de las mejores noticias que ha recibido Carlos Torres en las últimas semanas. El presidente del BBVA no quería juntarse con Bankia, por mucho que le presionaran desde Moncloa, con la que, por cierto, mantiene una relación comparable a las fincas de Extremadura: manifiestamente mejorable.

Una vez ‘salvada’ Bankia, el problema de Torres se llama Santander. Y es que, como adelantó Hispanidad, el Gobierno de Pedro Sánchez quiere que se fusione con el banco que preside Ana Botín para conformar un gran banco español, líder europeo y con presencia en los principales mercados internacionales. Ojo, que lo busque el Gobierno -al BCE también le hace ‘tilín’- no significa que vaya a suceder, que sea lo mejor para el BBVA y mucho menos para el conjunto del sistema financiero español. Esto, a los habitantes de La Moncloa, les importa un bledo.

Torres huye de Botín pero tampoco puede inhibirse completamente de la nueva ronda de fusiones. Por eso, nada más conocer las intenciones de Caixabank y Bankia, voló a Nueva York, no para un road show habitual, sino para exponer a los fondos -Blackrock es el máximo accionista del banco con el 5,9% del capital, seguido de Norges Bank (3,3%)- el futuro de la entidad.

Y como la mejor defensa es un buen ataque, en el BBVA ya se habla de la unión con Sabadell y Unicaja. El primero, por una cuestión de balance y el segundo, porque el BBVA está flojo en Andalucía. Y si se tercia, también podría entrar Ibercaja. Recuerden que el mentor de Torres -le introdujo en Endesa y luego en el BBVA- es Manuel Pizarro, quien estaría dispuesto a echar una mano a su ‘pupilo’ si éste se la pidiera, más aún si es para librarse del Gobierno.

Mientras, Ana Botín juega sus bazas y suelta aquello de “pocas personas en España pueden estar en desacuerdo con los principios del discurso del Presidente. Queremos todos una economía más sostenible, inclusiva, más digital y, por supuesto, cómo no, más feminista”. Eso lo dijo el jueves 3 de septiembre tras ser relegada por Moncloa, el lunes anterior, 31 de agosto, a la segunda fila en la Casa de América, para asistir a un discurso en el que Sánchez mostró al personal que puede ser todavía más cursi que Pablo Iglesias.

En definitiva, Torres quiere absorber al Sabadell y a Unicaja (e Ibercaja) para huir de Botín. Y puede conseguirlo.